Me es imposible conectarme.
Cierro esto durante un tiempo.
Saludos y besos a todos.
lunes, 6 de abril de 2009
Como el agua a tu cuerpo de Carmen Moreno
Pocos poetas consiguen celebrar el amor de manera tan luminosa como lo hace Carmen Moreno en Como el agua a tu cuerpo.
No todo está dicho sobre el amor y para confirmarlo la voz de Carmen Moreno se despliega en estos poemas para hacernos ver con sus ojos las imágenes con las que dibuja ese sentimiento.
Una voz que nombra lo nombrado de forma diferente.
Una poeta que se hace imprescindible.
No todo está dicho sobre el amor y para confirmarlo la voz de Carmen Moreno se despliega en estos poemas para hacernos ver con sus ojos las imágenes con las que dibuja ese sentimiento.
Una voz que nombra lo nombrado de forma diferente.
Una poeta que se hace imprescindible.
Un cuerpo en lo azul (fotografía)
Un cuerpo que se sumerge en lo azul,
que se hace espuma
entre la espuma misma y asciende
lentamente,
susurrando insumisa un ensalmo
que previene la perspectiva exacta
del deseo anclado en su espalda.
……….O lo azul fundiéndose en lo verde
en un leve parpadeo del tiempo y su pasar,
que recuerda que la sal,
cuando se deposita en tu piel,
se transforma en pequeñas lágrimas
de sirenas solas.
……….Lo azul de tu cuerpo.
……….Tú,
entre tonos verdes que inventas con tu
mirada.
……….La piel y su precipicio.
……….Tu risa,
principio de un Atlántico más amable.
Carmen Moreno Pérez
Como el agua a tu cuerpo
miércoles, 1 de abril de 2009
Ahora
Si me envolviera de nuevo
la irisación del instante…
Mas mi lengua
de fuego dice:
no esperes,
corre a campo traviesa
donde la hierba
se abre en acogida.
¿O deseas aún
el avivarse
de los sentidos?
Deseo la trama del agua
que coloque mis pasos
uno detrás de otro
o todos en redondo.
Y un chorro de luz
que indique:
aquí está
el secreto
de las sílabas.
Clara Janés
Fractales
la irisación del instante…
Mas mi lengua
de fuego dice:
no esperes,
corre a campo traviesa
donde la hierba
se abre en acogida.
¿O deseas aún
el avivarse
de los sentidos?
Deseo la trama del agua
que coloque mis pasos
uno detrás de otro
o todos en redondo.
Y un chorro de luz
que indique:
aquí está
el secreto
de las sílabas.
Clara Janés
Fractales
martes, 17 de marzo de 2009
La mirada
Los ojos de los seres vivos poseen la más sorprendente de las virtudes: la mirada. No existe nada tan singular. De las orejas de las criaturas no decimos que poseen una “escuchada”, ni de sus narices que poseen una “olida” o una “aspirada”.
¿Qué es la mirada? Ninguna palabra puede aproximarse a su extraña esencia. Y, sin embargo, la mirada existe. Incluso podría decirse que pocas realidades existen hasta tal punto.
¿Cuál es la diferencia entre los ojos que poseen una mirada y los ojos que no la poseen? Esta diferencia tiene un nombre: la vida. La vida comienza donde empieza la mirada.
…
La mirada es una elección. El que mira decide fijarse en algo en concreto y, por consiguiente, a la fuerza elige excluir su atención del resto de su campo visual, Ésa es la razón por la cual la mirada, que constituye la esencia de la vida, es, en primera instancia, un rechazo.
Amélie Nothomb
Metafísica de los tubos
¿Qué es la mirada? Ninguna palabra puede aproximarse a su extraña esencia. Y, sin embargo, la mirada existe. Incluso podría decirse que pocas realidades existen hasta tal punto.
¿Cuál es la diferencia entre los ojos que poseen una mirada y los ojos que no la poseen? Esta diferencia tiene un nombre: la vida. La vida comienza donde empieza la mirada.
…
La mirada es una elección. El que mira decide fijarse en algo en concreto y, por consiguiente, a la fuerza elige excluir su atención del resto de su campo visual, Ésa es la razón por la cual la mirada, que constituye la esencia de la vida, es, en primera instancia, un rechazo.
Amélie Nothomb
Metafísica de los tubos
domingo, 8 de marzo de 2009
martes, 3 de marzo de 2009
Con la soga al cuello de Flavia Company
Cuando supe que Flavia Company publicaría el libro de relatos Con la soga al cuello, inevitablemente recordé y releí ese otro libro que bajo el mismo título escribió Joseph Conrad. Y si Joseph Conrad pone al capitán Whalley en una situación extremadamente difícil, también lo hace Flavia Company con cada uno de los personajes de los diecinueve relatos que conforman su libro. Un guiño exquisito de la autora hacia Conrad al elegir este título.
Flavia Company consigue tocar una fibra distinta del lector en cada historia y una no puede menos que sentirse al borde del abismo, acompañando a los protagonistas, mientras lee. No se sale inmune de esta lectura y es la habilidad de la escritora quien nos guía a través de vidas que a veces nos dibujan una sonrisa y otras nos ensombrecen la frente. Nadie está a salvo de lo que sucede en esas páginas.
Escribe Martine Silber: “La fuerza de las palabras y de la escritura es tal que no se puede dejar de leer.” (Le Monde des Livres) y es cierto, puede que cerremos un instante el libro al terminar una de las historias y nos quedemos pensativos, pero volvemos a abrirlo con el ansia de saber qué ocurre en el siguiente espejo de esos fragmentos de vida que Flavia Company nos muestra.
Soy incapaz de elegir una sola historia, incapaz también de copiar un solo fragmento porque la elección es difícil y porque cada lector acabará, como yo, sintiendo cierta afinidad, cierta inquietud y sobre todo una conmovedora ternura por los personajes que dan vida a Con la soga al cuello.
lunes, 2 de marzo de 2009
Novelistas
Entre las distintas especies de artistas, como es sabido, el escritor de narrativa es el más denostado por el público. Los pintores y los músicos caen más o menos bien, porque no se ocupan de lo que todos saben, mientras que el novelista escribe sobre la vida, y basta con que alguien viva para que se considere una autoridad en la materia.
Flannery O’Connor
Flannery O’Connor
jueves, 19 de febrero de 2009
Haworth: noviembre de 1904
No sé si las peregrinaciones a los santuarios de personas famosas deberían condenarse por ser unos viajes sentimentales. … La curiosidad sólo es legítima cuando la casa de un gran escritor o el país en que se encuentra añade algo a nuestra comprensión de sus libros. Esto justificaría una peregrinación a la casa y el paisaje de Charlotte Brontë y sus hermanas.
… La Vida, de Mrs. Gaskell, nos procura la impresión de que Haworth y las Brontë de alguna manera están inextricablemente entrelazadas. Haworth es una expresión de las Brontë y las Brontë son una expresión de Haworth: encajan como un caracol dentro de su cáscara. Yo no soy quién para preguntar hasta qué punto lo que nos rodea afecta el pensamiento de la gente: superficialmente, la influencia es grande, pero vale la pena preguntarse si, en caso de que la famosa rectoría hubiese estado emplazada en un barrio pobre de Londres, las guaridas de Witechapel no hubieran dado el mismo resultado que los solitarios páramos del condado de York.
… En lo alto del páramo, y a un lado, hay una larga hilera de casas que se arraciman alrededor de la iglesia y la vicaría con un pequeño grupo de árboles. En la cima, el interés para un amante de las Brontë se hace súbitamente intenso. La iglesia, la rectoría, el Museo Brontë, el colegio donde enseñó Charlotte, y el Bull Inn donde bebió Branwell se encuentran a un tiro de piedra respectivamente. El museo es, al menos en parte, una pálida e inanimada colección de objetos. Debería hacerse un esfuerzo para mantener ciertas cosas fuera de estos mausoleos, pero a menudo hay que elegir entre éstos y la destrucción, por lo que debemos estar agradecidos al cuidado con que se ha preservado mucho de lo que es, en todos los conceptos, de gran interés. Hay allí varias cartas manuscritas, dibujos a lápiz y otros documentos. Pero la vitrina más conmovedora -tan conmovedora que casi sientes reverencia al contemplarla- es la que contiene pequeñas reliquias personales, vestidos y zapatos de las difuntas mujeres. El destino natural de semejantes objetos es que mueran antes que el cuerpo que los vistió, y porque éstos, aunque insignificantes y fugaces, han sobrevivido, la mujer Charlotte Brontë cobra vida y uno olvida el hecho básicamente memorable de que era una gran escritora. Sus zapatos y sus vestidos de ligera muselina la han sobrevivido. Otro objeto nos impresiona: el pequeño taburete de roble que Emily llevaba consigo en sus solitarios vagabundeos por los páramos, y en el que no se sentaba para escribir, según dicen, sino para pensar, lo que probablemente era mejor que su escritura.
… La casa en sí es exactamente la misma que era en tiempos de Charlotte, excepto que le han añadido otra ala. Es fácil advertir la existencia de ésta, y la rectoría aparece cuadrada, como una caja, construida con la piedra marrón amarillenta que se extrae de los páramos que hay detrás, exactamente como era cuando Charlotte vivió y murió aquí. Naturalmente, en el interior hay muchos cambios, aunque no tantos como para oscurecer la forma original de las habitaciones. No existe nada notable en una rectoría de plena época victoriana, aun cuando la ocupara un genio, y la única estancia que despierta curiosidad es la cocina, que ahora se utiliza como antecámara, en la que deambulaban las muchachas mientras concebían su obra.
…“El aguijón de la muerte es el pecado, y la potencia del pecado, la ley. Mas a Dios gracias, que nos da la victoria por el Señor nuestro Jesucristo.” Es la inscripción colocada entre sus nombres, y con razón; porque por dura que fuera la lucha, Emily, y Charlotte por encima de todos, lucharon por la victoria.
Virginia Woolf
Viajes y viajeros
… La Vida, de Mrs. Gaskell, nos procura la impresión de que Haworth y las Brontë de alguna manera están inextricablemente entrelazadas. Haworth es una expresión de las Brontë y las Brontë son una expresión de Haworth: encajan como un caracol dentro de su cáscara. Yo no soy quién para preguntar hasta qué punto lo que nos rodea afecta el pensamiento de la gente: superficialmente, la influencia es grande, pero vale la pena preguntarse si, en caso de que la famosa rectoría hubiese estado emplazada en un barrio pobre de Londres, las guaridas de Witechapel no hubieran dado el mismo resultado que los solitarios páramos del condado de York.
… En lo alto del páramo, y a un lado, hay una larga hilera de casas que se arraciman alrededor de la iglesia y la vicaría con un pequeño grupo de árboles. En la cima, el interés para un amante de las Brontë se hace súbitamente intenso. La iglesia, la rectoría, el Museo Brontë, el colegio donde enseñó Charlotte, y el Bull Inn donde bebió Branwell se encuentran a un tiro de piedra respectivamente. El museo es, al menos en parte, una pálida e inanimada colección de objetos. Debería hacerse un esfuerzo para mantener ciertas cosas fuera de estos mausoleos, pero a menudo hay que elegir entre éstos y la destrucción, por lo que debemos estar agradecidos al cuidado con que se ha preservado mucho de lo que es, en todos los conceptos, de gran interés. Hay allí varias cartas manuscritas, dibujos a lápiz y otros documentos. Pero la vitrina más conmovedora -tan conmovedora que casi sientes reverencia al contemplarla- es la que contiene pequeñas reliquias personales, vestidos y zapatos de las difuntas mujeres. El destino natural de semejantes objetos es que mueran antes que el cuerpo que los vistió, y porque éstos, aunque insignificantes y fugaces, han sobrevivido, la mujer Charlotte Brontë cobra vida y uno olvida el hecho básicamente memorable de que era una gran escritora. Sus zapatos y sus vestidos de ligera muselina la han sobrevivido. Otro objeto nos impresiona: el pequeño taburete de roble que Emily llevaba consigo en sus solitarios vagabundeos por los páramos, y en el que no se sentaba para escribir, según dicen, sino para pensar, lo que probablemente era mejor que su escritura.
… La casa en sí es exactamente la misma que era en tiempos de Charlotte, excepto que le han añadido otra ala. Es fácil advertir la existencia de ésta, y la rectoría aparece cuadrada, como una caja, construida con la piedra marrón amarillenta que se extrae de los páramos que hay detrás, exactamente como era cuando Charlotte vivió y murió aquí. Naturalmente, en el interior hay muchos cambios, aunque no tantos como para oscurecer la forma original de las habitaciones. No existe nada notable en una rectoría de plena época victoriana, aun cuando la ocupara un genio, y la única estancia que despierta curiosidad es la cocina, que ahora se utiliza como antecámara, en la que deambulaban las muchachas mientras concebían su obra.
…“El aguijón de la muerte es el pecado, y la potencia del pecado, la ley. Mas a Dios gracias, que nos da la victoria por el Señor nuestro Jesucristo.” Es la inscripción colocada entre sus nombres, y con razón; porque por dura que fuera la lucha, Emily, y Charlotte por encima de todos, lucharon por la victoria.
Virginia Woolf
Viajes y viajeros
martes, 17 de febrero de 2009
Un poema de Antonio Martín
Yo creo que un día
encontré lo que buscaba:
en árbol, cuando recogí una fruta,
en mujer, cuando me enamoré,
en rama, cuando me subía a los árboles,
en mesa, cuando disfruto de manjares y compañía,
en pájaro, cuando vuelo por el pensamiento,
en ojos, cuando la miro,
en palabras, cuando le hablo y me habla.
Yo quiero vivir muchos años.
Antonio Martín Ortiz
encontré lo que buscaba:
en árbol, cuando recogí una fruta,
en mujer, cuando me enamoré,
en rama, cuando me subía a los árboles,
en mesa, cuando disfruto de manjares y compañía,
en pájaro, cuando vuelo por el pensamiento,
en ojos, cuando la miro,
en palabras, cuando le hablo y me habla.
Yo quiero vivir muchos años.
Antonio Martín Ortiz
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