Tenía nueve años cuando cambié las aventuras de Guillermo Brown, las de las gemelas en Santa Clara y todos los libros de Julio Verne por otro tipo de lecturas.
Era invierno, llovía, me pudo la curiosidad y decidí coger un libro que mi madre estaba leyendo, El abogado del diablo de Morris West.
Secuestré el libro y lo leí a escondidas. No entendí mucho de qué iba, pero leerlo me causaba la desazón de lo prohibido y lo que sucedía entre los personajes era algo completamente nuevo para mí, así que aquella lectura, de la que no saqué mucho en claro pero que me apasionó más que cualquiera de los libros que había leído hasta entonces, fue la puerta que me abrió la biblioteca de mi padre.
De esa manera me acerqué a personajes como Sorel, Bovary, Zhivago, Castorp y muchos otros. Casi todos esos libros los he vuelto a releer, menos El abogado del diablo.
No quiero perder aquella sensación que tuve a los nueve años.
Era invierno, llovía, me pudo la curiosidad y decidí coger un libro que mi madre estaba leyendo, El abogado del diablo de Morris West.
Secuestré el libro y lo leí a escondidas. No entendí mucho de qué iba, pero leerlo me causaba la desazón de lo prohibido y lo que sucedía entre los personajes era algo completamente nuevo para mí, así que aquella lectura, de la que no saqué mucho en claro pero que me apasionó más que cualquiera de los libros que había leído hasta entonces, fue la puerta que me abrió la biblioteca de mi padre.
De esa manera me acerqué a personajes como Sorel, Bovary, Zhivago, Castorp y muchos otros. Casi todos esos libros los he vuelto a releer, menos El abogado del diablo.
No quiero perder aquella sensación que tuve a los nueve años.
¿Cuál fue tu primera lectura adulta?