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martes, 3 de marzo de 2009

Con la soga al cuello de Flavia Company

Cuando supe que Flavia Company publicaría el libro de relatos Con la soga al cuello, inevitablemente recordé y releí ese otro libro que bajo el mismo título escribió Joseph Conrad. Y si Joseph Conrad pone al capitán Whalley en una situación extremadamente difícil, también lo hace Flavia Company con cada uno de los personajes de los diecinueve relatos que conforman su libro. Un guiño exquisito de la autora hacia Conrad al elegir este título.

Flavia Company consigue tocar una fibra distinta del lector en cada historia y una no puede menos que sentirse al borde del abismo, acompañando a los protagonistas, mientras lee. No se sale inmune de esta lectura y es la habilidad de la escritora quien nos guía a través de vidas que a veces nos dibujan una sonrisa y otras nos ensombrecen la frente. Nadie está a salvo de lo que sucede en esas páginas.

Escribe Martine Silber: “La fuerza de las palabras y de la escritura es tal que no se puede dejar de leer.” (Le Monde des Livres) y es cierto, puede que cerremos un instante el libro al terminar una de las historias y nos quedemos pensativos, pero volvemos a abrirlo con el ansia de saber qué ocurre en el siguiente espejo de esos fragmentos de vida que Flavia Company nos muestra.

Soy incapaz de elegir una sola historia, incapaz también de copiar un solo fragmento porque la elección es difícil y porque cada lector acabará, como yo, sintiendo cierta afinidad, cierta inquietud y sobre todo una conmovedora ternura por los personajes que dan vida a Con la soga al cuello.

miércoles, 11 de febrero de 2009

Una canción para Flavia Company

Porque algunos de sus personajes me han mostrado otra manera de vivir. Porque ni una sola de sus obras me ha defraudado y seguir su trayectoria literaria es uno de mis mayores alicientes como lectora.
Sirva esta canción para mostrarle mi agradecimiento.
He dudado, pero como nació en Argentina y menciona este tango en Círculos en acíbar, aquí lo dejo junto a un fragmento del libro.



“Café soluble, dos cucharaditas. Sin azúcar siempre. Agua bien caliente, sin que llegara a hervir. Revolver. Qué cansado estaba, cómo lo agotada que sólo de derecha a izquierda o de izquierda a derecha pudiera dársele vueltas al café. Un día pensó: “revolver”, y en la segunda sílaba un acceso de tos lo obligó a acentuarla. Y entonces “revólver”. Mover cosas que están juntas o una cosa disgregada, de modo que esas cosas cambian de posición o se mezclan, de pronto pistola de varios cañones o de uno solo con varias recámaras en un cilindro giratorio. Eso sí cambiaba las cosas. Oscuro orificio redondo de fuego. Ana. De fuego. Ana. El día menos pensado me prenderá fuego con sólo acercarme a ella, pensaba, me incendiaré y un domador de fieras me utilizará como aro ígneo en sus espectáculos de circo, del latín, circus, círculo. Ana otra vez. Pescadilla que se muerde la cola: tautología. O sea, el círculo vicioso: defecto en el raciocinio. Pudiera ser. Él mismo era un círculo vicioso.

y amargura del sueño que murió.

“Sur” pensó antes de que sonara- “paredón y después”, sur, lejano ostro: yo al oeste, por donde se pone el sol, donde se conoce la esencia del ocaso.
Le dio vueltas y más vueltas al café, bebida morena y amarga que prefería a todas las demás. Como a Ana. También la prefería a todas las demás, que ni siquiera existían. En cierto modo Ana era como el café, morena y amarga. Y él se la habría bebido, la habría sentido descender por su garganta, incandescente, abrasándolo todo, por entero. Y a sus quemaduras las habría llamado Ana. Ana, prefijo de negación y de intensificación, su propio prefijo. Anadipsia.”
Flavia Company
Círculos en acíbar

jueves, 1 de mayo de 2008

Vidas cruzadas

La elegancia del erizo
Muriel Barbery
Traducción de Isabel González-Gallarza
Editorial Seix Barral.
364 Páginas.
.
Que nadie se asuste por la cantidad de premios con que viene avalada la segunda novela (la primera fue La golosina, en el 2000, y se tradujo a doce idiomas) de Muriel Barbery (Bayeux, 1969), ni por la elefantiásica cifra de ventas en Francia, ni por la inminente adaptación cinematográfica. No se trata de una operación de marketing comercial ni de un gato vestido de liebre. La elegancia del erizo es una magnífica novela, original, tensa y honesta, que cuenta además una historia cargada de sentido, con personajes poco comunes y muy bien trabajados.

El argumento se estructura a partir de un esquema muy simple: tres vidas que se cruzan y, al cruzarse, cambian por completo lo que el destino aparentemente les deparaba. La portera de una finca regia de París, Renée, quien intenta siempre disimular sus abrumadoras cultura y sensibilidad, pues obviamente no son adecuadas a su categoría y condición. Paloma, una niña de doce años, vecina del inmueble, de una inteligencia apabullante, quien ha decidido que acabará con su vida cuando cumpla los trece, después de prender fuego a su casa. Y finalmente Kakuro, el tercer elemento del triángulo, un encantador señor japonés que llega como nuevo habitante del edificio.

La novela se vertebra combinando las reflexiones de Renée y de Paloma, razón por la cual vivimos los hechos desde dos puntos de vista distintos pero complementarios –a veces, si alguna crítica podría hacerse a la obra, es que ambas voces llegan a acercarse demasiado-. Nada es solamente lo que parece, la comunicación es un acto que cambia la vida, siempre estamos a tiempo de todo. Podrían ser tres de las conclusiones a las que nos conduce el texto de Barbery.
El humor, la ternura y la búsqueda feroz de una siempre amarga lucidez hacen de la lectura de La elegancia de erizo una auténtica fiesta.
Flavia Company

jueves, 17 de enero de 2008

Querida Nélida

Flavia Company ha tenido la generosidad de dejar en la red y al alcance de todos algunas de sus obras publicadas. Los enlaces a esas obras están en su blog. Aquí.
Os dejo el comienzo de su primera novela Querida Nélida que aún no está en la red y que es imposible encontrar en librerías.

Barcelona, 21 de Noviembre de 1981
Querida Celia:
Aunque te ocultes bajo otro nombre, tras el buzón de otra casa, en una calle cualquiera de Barcelona, o de cualquier otro lugar del mundo… voy a encontrarte.
No vas a aterrorizarme o a enloquecerme haciéndome dudar de tu existencia. Sé que estás ahí, y que no quieres saber nada de mí y nada de nadie.
Es curioso notar que te distancias en el espacio y sentir que eso no significa nada. Tu huida de mí no es más que una forma de querer demostrarte que no existo, que jamás he existido en otro lugar que no sea tu imaginación. Pero el hecho mismo de la huida demuestra que existe aquello que no queremos.
¿Y cuándo querrás volver a verme? ¿Cuándo por fin te atreverás a escribirme, a revelarme que estás ahí, que no es sólo una fantasía mía -que yo sé que no es? ¿Cuándo por fin te decidirás a cruzar la fábula? ¿Cuándo volveremos a los juegos de palabras, a las cartas, a los viajes fantásticos que jamás han existido más que en una o dos habitaciones de esa Barcelona terrible?
¿Y cuándo por fin el sí a ese viaje increíble de ya no recuerdo cuántos países ni cuánto tiempo?
Quizá tampoco -quizás-, contestes a esta carta que cruza un océano de tiempo para descubrirte a solas, desnuda ante el espejo, con las manos tocándote el cabello… y las cosas rozándote de a poco las pupilas; algún arañazo, algún objeto tenía que poder.
Recuerdo aquel párrafo de uno de tus cuadernos:

“Todos tenemos, irremediablemente, un objeto que nos araña al pasar por nuestra vista, sin pasar; nos rasguña profundamente mientras sonreímos pensando que no es nada… Son objetos rodeados de una extraña inmortalidad en la imagen pura. Su forma se descubre en una infinidad de estructuras que son casi todo. A veces casi todo es ese objeto solamente.”

¿Lo recuerdas?
Tuya siempre
Nélida
Flavia Company

martes, 23 de octubre de 2007

El apartamento de F. Company

De deliciosa cabe calificar esta pequeña obra maestra. La he leído con una constante sonrisa de complicidad en los labios y sé que os sucederá lo mismo porque todos hemos pasado por alguna ruptura amorosa y eso es lo que nos cuenta Flavia Company en El apartamento: qué nos pasa, qué le sucede a nuestra vida cuando nos damos cuenta de que “el amor es solamente tiempo y que como todo tiempo termina”.

Os dejo un par de fragmentos y os invito a disfrutarla.

“Una ruptura sentimental es algo tremendo y afecta a diversas partes del cuerpo, entre las que queda especialmente perturbada la cabeza -cuando no el sexo, lo cual todavía es peor-, hasta tal punto que cualquier persona, aun cuando haya deseado fervientemente separarse y lo haya considerado una decisión de primera necesidad, suele sufrir diversos ataques de arrepentimiento, debidos sobre todo al miedo de no volver a ser amada, a enfrentarse en soledad a los problemas de distinta magnitud que presenta toda existencia, por simple que sea, y por último a perder cierto estatus económico que sin duda hay que atribuir a que, cuando se paga entre dos, todo cuesta la mitad.”

“El capítulo del reparto de enseres y demás propiedades merecería todo un recuerdo aparte. Mejor olvidar. ¿Quién no se habrá empeñado en quedarse con algún objeto que durante todos los años de convivencia le había resultado innecesario e incluso molesto? Pero ahí está el orgullo, convertido de pronto en un CD, en una alfombrilla, en una cajonera, en un juego de toallas. Suerte que, de lejos, todas las tragedia son auténticas comedias.”

miércoles, 5 de septiembre de 2007

Círculos en acíbar

De novela implacable, cerebral y ajena a cualquier tipo de concesión cabe calificar a Círculos en acíbar, tercera novela de Flavia Company (Querida Nélida, 1988, y Fuga y contrapuntos, 1989), en la que narra la que, en principio, debe ser la última jornada de su protagonista: un hombre que ha decidido suicidarse fríamente. Aficionado a aplicar a su vida y a sus relaciones los métodos científicos aprendidos a través de la lectura de enciclopedias, el protagonista de Círculos en acíbar aparece a ojos del lector como un pariente no muy lejano de aquel memorable hombre sin atributos musiliano llamado Ulrich.
Burlona, irónica y mordaz, Flavia Company condensa en su novela, más bien breve, la desesperanza y el sarcasmo encarnados en el fracaso de un hombre que no ha logrado controlar su vida ni logrará controlar su muerte.
Con estas palabras acogía Ana María Moix la publicación de Círculos en acíbar.

Disfrutad su lectura y su relectura porque, como dice Ana María, es breve, sabe a poco y el lector volverá, como yo, a esos fragmentos en los que el protagonista establece unos juegos semánticos tan sorprendentes y reveladores que es inevitable volver a ellos.
Así comienza:

Rodrigo estaba sentado ante su escritorio de caoba. Entrecerraba los ojos -pues el sol que provenía de los amplios ventanales que tenía frente a él lo deslumbraba- mientras dibujaba círculos. Trazó un círculo e inmediatamente pensó en Ana. Trazó otro círculo y pensó en Ana también. Tan sólo al dibujar el tercero se dio cuenta de que lo hacía pensando en Ana. El círculo era la forma más parecida a lo que Ana suponía para él. Por esa razón se la evocaba. Pensó que gracias a esa idea podría haber escrito algo titulado Capricho geométrico, o Sintaxis de un amor circular o, incluso, La esencia trigonométrica de las relaciones humanas. Pero no estaba de humor. Aunque hubiera escrito durante horas sobre aquel tema cualquier texto titulado de aquella manera, jamás habría logrado expresar lo que Ana y sus círculos tenían en común. O, de haberlo conseguido, nunca nadie habría podido sacar nada en claro, pues muy difícilmente alguien fuera capaz de comprender sus ideas respecto a tales conexiones.

lunes, 4 de junio de 2007

Castells de sorra

Castells de sorra. Castells d’aire, de sol, d’aigua. Castells de jugar a reines i a reis.

Com recuperar les petjades perdudes, banyades per les marees?

Caminar amb sabates el mateix camí que havien fet els nostres peus nus, petits i tendres.

I finalmente descalçar-nos, perquè el nen que portem dins ha reconegut la platja i, de cop i volta, ha tornat per a jugar.
Flavia Company

sábado, 17 de marzo de 2007

Fuga y contrapuntos

CONTRAPUNTO

La melodía representa la dimensión lineal u horizontal de la música. La armonía es su dimensión vertical. Cuando en una composición musical se combina más de una línea melódica, cada una de carácter definido, y el conjunto aparece caracterizado por la unidad y la coherencia armónica, obtenemos la música contrapuntística.
La palabra contrapunto, técnicamente sinónima de polifonía, deriva de latín “punctus contra punctum”, esto es punto,-nota-,contra punto,nota-.

FUGA

La fuga es la manifestación más madura de la técnica contrapuntística. No pueden ser definidas todas las fugas bajo el mismo patrón, pues cada una de ellas tiene un detalle que la exceptuaría del esquema efectuado. Todas tienen, sin embargo, unas características comunes que las identifican:
-Existencia del Sujeto, en el que se basa la Fuga. Se establece al principio de la composición musical y reaparece durante el curso de la obra en varios pasajes. La Respuesta es la imitación del Sujeto y, dependiendo de si la imitación es o no exacta, recibe el nombre de real o tonal.
-Existe en todas las fugas también la presencia del Contrasujeto: tras la exposición del Tema o Sujeto, una vez entrada la Respuesta, el Sujeto no se calla, sino que continúa sonando de forma simultánea con ella en contrapunto.
-La mayoría de las veces, las fugas se escriben a tres o cuatro voces. Esto es, hay tres o cuatro líneas melódicas que actúan con una independencia considerable, pero formando entre ellas un todo armónico.

Es interesante hacer notar la aparición del Pedal, que consiste en una nota prolongada generalmente en el bajo, sobre la cual progresan las otras partes. Es también de interés observar que, excepto cuando la Nota Pedal corresponde a la armonía de las partes superiores, -lo cual raramente ocurre-, el resultado es una serie de disonancias hoy en día aceptadas por los académicos más puristas. La Nota Pedal aparece algunas veces al final de la Fuga, dando de ese modo personalidad a todas las voces, que producen así la sensación de gran independencia entre ellas gracias al efecto de las mencionadas disonancias. Se trata de la ilusión acústica.

El final de una Fuga tiene que estar perfectamente trabado, encontrando un equilibrio entre las partes y su Sujeto. De cualquier otra manera, podría suceder que la Fuga no lograra finalizarse jamás.
Flavia Company