Estaba ciega. Quería que usted fuese y no fuese ella. Si me comporté así, fue porque estaba herida. Las personas heridas son peligrosas. Le he pedido disculpas y le he intentado explicar el porqué de mi conducta. ¿No es suficiente?
Sólo es necesario tiempo para que hasta lo más terrible pueda contarse sin horror. ¿Y qué hay para una mujer enamorada más horrible que la mentira y el abandono? Nada.
Durante un tiempo a esa persona se la ve en todas, se la busca en todas, se la sufre en todas y se la quiere y se la detesta en todas. Sí, yo quería y no quería que usted fuese ella.
Mi herida cicatriza, apenas la noto, sólo a veces una ligera punzada, una leve molestia, una nostalgia, nada.
4 comentarios:
Yo quería y no quería. Qué bien entiendo esa sensación.
Todos la hemos sentido alguna vez.
Supongo.
Lo genial de la escritura es que los sentimientos los tenemos, o podemos tener, todos. Pero son como un ansia; inútiles y dolorosos.
Hasta que llega alguien, toma uno de esos sentimientos delicados y les hace una descripción con palabras (un traje que vista el sentimiento desnudo). Desde ese momento, sabemos su nombre y lo reconocemos. Ya es útil para nuestra vida. Luego, cuanto "más armario" tenga el sentimiento, mejor.
Todos lo habremos sentido alguna vez. Yo también lo supongo. Pero no seas modesta: la próxima vez que lo sienta, si se da el caso, estará bautizado con tus palabras.
nán, gracias.
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