En pocas horas me contó su vida. No le pregunté nada, pero ella habló y habló de su marido, de su hijo, de sus venas quemadas, de su miedo. Del dolor no me habló.
Al atardecer, se puso el abrigo sobre la bata, sacó del armario un paquete de cigarrillos y dijo que se iba a fumar donde las enfermeras, a ese trocito de jardín que hay junto al parking.
La hubiera acompañado, pero me tenían conectada al suero.
Al atardecer, se puso el abrigo sobre la bata, sacó del armario un paquete de cigarrillos y dijo que se iba a fumar donde las enfermeras, a ese trocito de jardín que hay junto al parking.
La hubiera acompañado, pero me tenían conectada al suero.
6 comentarios:
Sentí frio al leer-te y ese olor a desinfectante, olor a hospital en pocas lineas.
Chapeau
Bueno, de eso se trataba.
Eres muy amable.
Gracias.
Dos soledades. Acompañarse es imposible.
Un gran micro, Nunuaria. Espero que fuera ficción.
Pues no es ficción, mira, me ingresaron por una tontería, una gastroenteritis, y como no había camas libres me metieron en la planta de cáncer y allí vi de todo.
Lo que cuento fueron mis primeras horas en la habitación con aquella mujer que esperaba pasar a quirófano.
Estuve tres días y cuando salí ya la habían operado y se estaba recuperando.
Era una mujer muy cariñosa y muy fuerte.
Espero y deseo que todo le haya ido muy bien.
al menos, una realidad suave para ti.
A esa compañera de habitación, también le deseo lo mejor, por hablar del miedo, por contarte, por ponerse un abrigo por encima y bajarse a fumar a un trocito de jardín.
¿Estás ya bien, Nunuaria?
Sí, nán, ya todo bien.
Gracias.
Besitos.
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