Tras la barra el espejo te devuelve
movimientos confusos, gestos claros,
la impunidad de un cuerpo que se sabe
hermosamente obsceno, deseable.
Inclinas la botella sobre el vaso,
sonríes por oficio, ocultas la desgana
y sin saber si arriesgas mucho o nada
decides formar parte de la farsa
y el cansancio y el sí se asoman a tus labios
mientras la noche turbia se derrama.
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4 comentarios:
Las noches turbias... Los vasos llenos... Un sí que te fusila en la desgana... La soledad de salir a buscar otra mirada en la que mirarnos.
Sí, exactamente así.
Pero qué bien lo explicas!
:)
cuídate, Nunuaria. La desgana es asesina.
(También tu poema lo explica demasiado bien).
Gracias.
:)
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