Abría ella de noche la puerta de plumas
y la puerta de agua -pero no es la puerta
la que es de ola o de viento, es la mano
de mujer que la toca- o el ala
batiendo fuera en la canilla de las fuentes.
En mí, el único ruido que de ella percibo.
Frédéric Wandèlere
jueves, 20 de noviembre de 2008
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