Hago una primera lectura con avidez, luego, vuelvo a tomar el libro, en los márgenes aún no hay nada y es cuando, lápiz en mano, comienza mi diálogo con él. Comentarios, anotaciones, subrayados, coincidencias… Sonrío.
Me gustaría decirle cuánto suponen sus libros para mí, cómo me abren caminos y de qué modo sumergirme en lo que escribe y seguirle es una aventura que temo terminar cada vez que me acerco a las últimas páginas. Nunca tengo suficiente.
Decirle todo eso es imposible, así que voy a dejar aquí una canción de un grupo que le pone de buen humor. Es mi manera de darle las gracias.
Me gustaría decirle cuánto suponen sus libros para mí, cómo me abren caminos y de qué modo sumergirme en lo que escribe y seguirle es una aventura que temo terminar cada vez que me acerco a las últimas páginas. Nunca tengo suficiente.
Decirle todo eso es imposible, así que voy a dejar aquí una canción de un grupo que le pone de buen humor. Es mi manera de darle las gracias.
“Aquí estoy en mi cuarto habitual, donde me parece haber estado siempre. Como en tantas mañanas de mi vida, me encuentro en casa escribiendo. Suena, contundente, la música de Be My Baby, cantada por The Ronettes. Cuando tenía diecisiete años era mi canción favorita. De pronto, oigo perfectamente que alguien acaba de llegar en ascensor al rellano. Pero es extraño. Quien ha llegado no llama a ninguna de las cuatro puertas, ni se dispone a abrir ninguna de ellas. Es como si se hubiera quedado indeciso, aturdido o simplemente inmóvil ahí. Llevo tantos años en esta casa que controlo muy bien los sonidos que se producen cerca de mi puerta. Pasan casi dos minutos hasta que, exactamente cuando termina la canción, llaman a mi timbre. Abro. Veo a un hombre de parecida edad a la mía. Es el mensajero de una editorial y ha venido para entregarme un libro. Me lo da y le firmo en un papel. “Las Ronettes…”, susurra melancólico el hombre. “Me ponen de buen humor”, le comento sin mostrarme sorprendido -aunque lo estoy- de que conozca a The Ronettes. Sonrío, me despido, cierro la puerta despacio, con la amabilidad acostumbrada. Me quedo escuchando detrás de la puerta y noto que el hombre no entra en el ascensor. Puede que haya vuelto a quedarse inmóvil en el rellano. Seguramente se ha quedado apoyado en una pared, roto, deshecho de nostalgia y hasta llorando, esperando a que vuelva a ponerle Be My Baby.”
Enrique Vila-Matas
Dietario voluble
4 comentarios:
¡qué delicia deliciosa, terca mía!
¿Conoces la versión española que hicieron Les Surf?
Nada comparado con ese movimiento de cintura para abajo de la Ronettes, pero tiene lo suyo.
si Vila-matas pone algunas referencias musicales en sus articulos , Antonia Font , Gato Perez , Chet Baker , Van Morrison
Jajaja "terca mía" :) :) :)
No conozco esa versión, nán, pero me voy a youtube a descubrirla. Gracias.
Sí, Francis, pero elegí esta canción porque, de repente, yo también me imaginé al repartidor en el rellano, llorando silenciosamente, después de oír Be My Baby, que es muy alegre. Y no dejé de preguntarme qué recuerdos le traería.
Y como a Vila-Matas The Ronettes le ponen de buen humor, pues eso, aquí está esa canción.
(Por cierto, Francis, tenéis gustos muy parecidos. En tu blog he visto y escuchado canciones de esos músicos.)
Si , menos Van Morrison que no me gusta demasiado , donde Vila-matas pone a Van Morrison yo pongo a Lou Reed , es decir arriba del todo .
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