domingo, 15 de julio de 2007

Palabras

Si al abrir la boca, en lugar de palabras, nos salieran libélulas, estudiaríamos entomología para conocernos mejor. Pero las palabras son también formas biológicas perfectamente articuladas que segregan ideas como las serpientes veneno o las abejas miel. El entomólogo de las palabras es el lexicógrafo, al que no es raro ver en las esquinas armado de una red con la que atrapa voces que luego ordena, al modo de una colección de insectos, en el interior de un volumen. La diferencia entre el diccionario y las cajas de escarabajos atravesados por un alfiler es que en un buen diccionario de uso las palabras se mantienen vivas. Las hay con cabeza, tórax y abdomen, o con caparazón, artejos, aguijones y labros. Muchas poseen unas formaciones oscuras que al levantarse con el misterio de las faldas dejan ver esa suerte de lencería fina, los élitros, con los que vuelan alrededor de los labios de las mujeres y los hombres antes de diluirse en el aire como el hielo en agua.
Hay palabras que dicen lo contrario de lo que significan y palabras que aun no significando nada consiguen atravesar la barrera de los dientes y aletear como un pájaro ciego durante unos instantes ante nuestros oídos. Algunas viven siglos y otras desaparecen a las 24 horas de ser alumbradas. Muchas sólo nacen para fecundar el lenguaje, por el que son devoradas una vez cumplida su función reproductora. A ciertas voces, después de haber sido encerradas dentro de una definición, se les escapa el significado, como el jugo de una fruta abierta, y cuando vuelves a usarlas no tienen sentido o han adquirido uno nuevo y sorprendente.
Un diccionario, pues, viene a ser un terrario en el que en lugar de ver salamandras o ranas o tritones vemos la palabra salamandra, la palabra rana, la palabra tritón, incluso la palabra palabra, mostrándonos sus hábitos significativos o formales, sus articulaciones, su extracción social, sus intereses. Aguilar acaba de publicar el de Manuel Seco, que constituye hoy por hoy el mejor zoológico de términos vivos conocido. Al recorrerlo, uno se da cuenta de que estamos hechos de palabras, como la Biblia o el Quijote, a cuyo lado, en todas las casas, debería haber un diccionario.
Juan José Millás

8 comentarios:

NáN dijo...

Es que lo hay, en todas las casas, un diccionario grande y un Atlas, con una lupa encima. (Los hay, ¿verdad que sí?).

Con el primero controlamos el tiempo, por las palabras, (que además de lo que ha dicho ese bendito nos hacen señas desde distintos momentos de nuestra vida o de la vida de otros que fueron). Con el segundo desplegamos el espacio.

Con los dos cumplimos el deseo de creer que lo controlamos todo.

Flavia Company dijo...

Y día tras días comprobamos que no controlamos nada, y muchos de esos días nos alegramos de que sea así, porque el control no es sino una forma fofa y viscosa de la represión.

nunuaria dijo...

A mí me gustan mucho los diccionarios, nán. Tengo en varios idiomas (de los que no tengo ni idea), pero de pronto me da por mirar como se dice en alemán (por ejemplo) una palabra y me encanta buscarla y ver si encuentro alguna similitud o la rareza de que la misma cosa se llame tan diferente.

Y sí, es cierto que las palabras nos regresan a otro tiempo y a otros lugares y a otras personas. Todos tenemos palabras especiales que cuando las oímos o leemos hacen que por un instante se detenga el presente. Una de las mías es acacia.

Y yo atlas no tengo, lo que tengo es un mapa mundi clavado en un panel de corcho y lleno de chinchetas de colores que marcan lugares que conozco y otros que no conoceré jamás, pero que me gustaría conocer.

Flavia, lo tuyo ha sido precisión al definir control como forma fofa y viscosa de represión. Tan representativa la imagen que asusta.

Besos a los dos.

Flavia Company dijo...

"Lugares que conozco y otros que no conoceré jamás": ¿Cómo lo sabes?

nunuaria dijo...

Lo sé porque no me imagino recorriendo el espacio que separa esos lugares de mi deseo de conocerlos.

Flavia Company dijo...

Interesante.
Por cierto, uno de los diccionarios más "entretenidos" del mundo es el Etimológico de Corominas. No tiene desperdicio.

Flavia Company dijo...

Y hablando de palabras: desde mi blog se llega aquí clicando sobre el link "La fuerza de las palabras". Espero que no te moleste que lo haya titulado así.

nunuaria dijo...

Muchas gracias.