Una de nosotras leyó sobre los Bares de Agua, en concreto sobre el Water Bar de Colette, y propuso que hiciésemos una cata de aguas, así que fuimos a Quilez, al Colmado, y compramos: Elsenham, Fiji, Iskilde y Ty Nant.
El criterio que seguimos para adquirirlas fue el exotismo de la procedencia, la eufonía del nombre o la belleza del envase.
Luego, en casa, tomamos pequeños sorbos de cada una de ellas e intentamos enumerar las sensaciones que producían en nuestro paladar. Nos sentíamos auténticas catadoras de agua.
El criterio que seguimos para adquirirlas fue el exotismo de la procedencia, la eufonía del nombre o la belleza del envase.
Luego, en casa, tomamos pequeños sorbos de cada una de ellas e intentamos enumerar las sensaciones que producían en nuestro paladar. Nos sentíamos auténticas catadoras de agua.
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