No he vuelto a verla más. La soledad, la nostalgia o el deseo me empujan a lugares donde convoco al azar sin resultado. Intento regresarla, rescatarla, en cada una de las mujeres a las que intento amar, pero he perdido el deseo y es tan patente, tan inexplicable su pérdida, que ellas, las otras, las convocadas, se apiadan y se fingen sacerdotisas de su ausencia y se dejan amar. Pero se incumple el rito. Sólo su cuerpo podría devolverme mi cuerpo.
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