jueves, 7 de agosto de 2008

Anécdotas

Les contó las anécdotas del volante mexicano que había quemado el coche al llevarlo en primera durante cuarenta kilómetros convencido de que era automático; la del interior derecha de Mendoza que jugaba en segunda división en las Canarias y había engordado tanto que la afición le cantaba ponte a dieta con la música de “Guantanamera”; la del arquero suplente de su equipo que comía pipas con los guantes puestos a una velocidad de vértigo; la del compañero al que le olían tanto los pies que le escondían las zapatillas en la basura; la del polaco Wlasavsky, al que todos llamaban Blas, y su colección de Rolex de oro; la de la mujer del entrenador de porteros que se emborrachaba en el bar del palco; la del árbitro homosexual que llamaba a ciertos jugadores antes de pitarles un partido para decirles que era muy admirador de ellos e invitarlos a cenar; la del defensa central paraguayo de un equipo extremeño que cuando le preguntaron por un personaje público admirable contestó Bin Laden y lo tuvieron sancionado tres partidos hasta que pidió perdón; la del entrenador de un equipo, un brasileño, que se había empeñado en hacer jugar al capitán de su equipo con radiotransmisor en la oreja y a mitad se le había colado la interferencia de la retransmisión de un locutor y el pobre tipo se volvía loco.
David Trueba
Saber perder

martes, 5 de agosto de 2008

Amor



La única obsesión que todo el mundo desea: “amor”. ¿La gente cree que al enamorarse se completa? ¿La unión platónica de las almas? Yo no lo creo así. Creo que estás completo antes de empezar. Y el amor te fractura. Estás completo, y luego estás partido. Ella era un cuerpo extraño introducido en tu totalidad. Y durante año y medio te esforzaste por asimilarlo. Pero nunca estarás completo hasta que lo expelas. O te libras de él o lo incorporas mediante la distorsión de ti mismo.
Philip Roth
El animal moribundo