jueves, 20 de noviembre de 2008

Poema para Emily D.

Abría ella de noche la puerta de plumas
y la puerta de agua -pero no es la puerta
la que es de ola o de viento, es la mano
de mujer que la toca- o el ala
batiendo fuera en la canilla de las fuentes.
En mí, el único ruido que de ella percibo.
Frédéric Wandèlere

martes, 18 de noviembre de 2008

Si un adéu d'amor fos encara amor

Oh, si un adéu d'amor fos només el gest

del dolor compartit

per no haver sabut volar junts més alt.

Oh, si un adéu d'amor fos encara amor.

Oh, si un adéu d'amor fos pols d'un camí

sense espai pels retrets,

sols un pas més pel bell do de seguir en l'intent,

en l'antic intent d'estimar i somiar

de sempre, per sempre i sempre lliurement.

Oh, que no acabi mai el teu pas per mi

ni aquest joc dels sentits

que ara ens fan senyals d'un amor tan dens,

rar entramat de por i desig d'enllà...

Oh, si un adéu d'amor fos encara amor,

per sempre, de sempre i sempre lliurement.

miércoles, 12 de noviembre de 2008

Dos citas

Nada más erróneo que la idea, demasiado extendida, de que el poeta trabaja sin cesar la fantasía, que inventa sin pausa aconteceres e historias a partir de un filón inagotable. En realidad, en vez de inventarlos, no tiene más que dejarse encontrar por personajes y acontecimientos que, en cuanto ha demostrado su incrementada capacidad para ver y escuchar, le buscan sin cesar para que los cuente de nuevo; a quien a menudo trata de interpretar destinos, muchos le cuentan el suyo.

…hay otro tormento quizá más furibundo que anhelar y desear, y es ser amado contra la propia voluntad y no poderse defender de esa pasión agobiante. Ver a una persona consumirse en la brasa de su deseo y tener que mirarla impotente, sin encontrar el poder, la capacidad, la fuerza para arrancarla de esa llama. Quien ama y es desdichado puede a veces calmar su pasión porque no sólo es criatura, sino al mismo tiempo creador de su angustia; si un amante no puede controlar su pasión, sufre al menos por su propia culpa. Sin embargo, no tiene salvación quien es amado sin sentir amor, porque la medida y los límites de esa pasión ya no están en él, sino más allá de sus fuerzas, y si otro le quiere a uno queda muerta cualquier voluntad.
Stefan Zweig
La piedad peligrosa