martes, 2 de diciembre de 2008

La defensa de la ciudadela

En toda la obra de Montaigne he encontrado una única fórmula, una única afirmación categórica, siempre repetida: “La cosa más importante del mundo es saber ser uno mismo”. Ni una posición en el mundo, ni los privilegios de la sangre o del talento hacen la nobleza del hombre, sino el grado en que consigue preservar su personalidad y vivir su propia vida. Por eso, el arte más elevado entre todos es el de la conservación de uno mismo: “Entre las artes liberales, empecemos por el arte que nos hace libres”, y nadie lo ha ejercitado mejor que él. Por un lado parece una aspiración muy modesta, pues a primera vista nada sería más natural que el hombre se sintiera inclinado a “conducir él mismo su vida siguiendo su disposición natural”. Pero, bien mirado, ¿hay algo más difícil en realidad?

Pero Montaigne no prescribe reglas. Sólo pone un ejemplo, el suyo, de cómo trata de liberarse siempre de todo lo que lo refrena, lo molesta o lo limita. Se puede intentar escribir una lista:
liberarse de la vanidad y del orgullo, que es tal vez lo más difícil,
liberarse del miedo y de la esperanza,
de las convicciones y de los partidos,
de las ambiciones y de toda forma de codicia,
vivir libre, como la propia imagen reflejada en el espejo,
del dinero y de toda clase de afán y de concupiscencia,
de la familia y del entorno,
de fanatismos, de toda forma de opinión estereotipada,
de la fe en los valores absolutos.

Aquí se ha querido ver una negación absoluta de la vida, a un hombre que se despega de todo, que vive en el vacío, que duda de todo. Así lo ha descrito Pascal: como l’homme que se dénoue partout, el hombre que se desprende de todo y no se ata a nada. Nada más falso. Montaigne ama la vida con desmesura. El único miedo que siente es el miedo a la muerte. Y ama todo en la vida tal como es: “No hay nada inútil en la naturaleza, ni siquiera la inutilidad. Nada existe en el universo que no tenga su lugar oportuno”.

Así, la actitud de Montaigne frente a la vida, como la de todos los librepensadores, desemboca en la tolerancia. Quien reclama para sí el derecho a la libertad de pensamiento reconoce el mismo derecho para todos, y nadie lo ha respetado más que Montaigne.

Quien piensa libremente, respeta toda libertad sobre la tierra.
Stefan Zweig
Montaigne

Ley de vida

Una de las misteriosas leyes de la vida es que descubrimos siempre tarde sus auténticos y más esenciales valores: la juventud, cuando desaparece; la salud, tan pronto como nos abandona, y la libertad, esa esencia preciosísima de nuestra alma, sólo cuando está a punto de sernos arrebatada o ya nos ha sido arrebatada.
Stefan Zweig
Montaigne

lunes, 1 de diciembre de 2008

Porque ya es diciembre



Pues por eso y porque llevo toda la mañana con esta canción dentro y me apetecía compartirla.

jueves, 20 de noviembre de 2008

Poema para Emily D.

Abría ella de noche la puerta de plumas
y la puerta de agua -pero no es la puerta
la que es de ola o de viento, es la mano
de mujer que la toca- o el ala
batiendo fuera en la canilla de las fuentes.
En mí, el único ruido que de ella percibo.
Frédéric Wandèlere

martes, 18 de noviembre de 2008

Si un adéu d'amor fos encara amor

Oh, si un adéu d'amor fos només el gest

del dolor compartit

per no haver sabut volar junts més alt.

Oh, si un adéu d'amor fos encara amor.

Oh, si un adéu d'amor fos pols d'un camí

sense espai pels retrets,

sols un pas més pel bell do de seguir en l'intent,

en l'antic intent d'estimar i somiar

de sempre, per sempre i sempre lliurement.

Oh, que no acabi mai el teu pas per mi

ni aquest joc dels sentits

que ara ens fan senyals d'un amor tan dens,

rar entramat de por i desig d'enllà...

Oh, si un adéu d'amor fos encara amor,

per sempre, de sempre i sempre lliurement.

miércoles, 12 de noviembre de 2008

Dos citas

Nada más erróneo que la idea, demasiado extendida, de que el poeta trabaja sin cesar la fantasía, que inventa sin pausa aconteceres e historias a partir de un filón inagotable. En realidad, en vez de inventarlos, no tiene más que dejarse encontrar por personajes y acontecimientos que, en cuanto ha demostrado su incrementada capacidad para ver y escuchar, le buscan sin cesar para que los cuente de nuevo; a quien a menudo trata de interpretar destinos, muchos le cuentan el suyo.

…hay otro tormento quizá más furibundo que anhelar y desear, y es ser amado contra la propia voluntad y no poderse defender de esa pasión agobiante. Ver a una persona consumirse en la brasa de su deseo y tener que mirarla impotente, sin encontrar el poder, la capacidad, la fuerza para arrancarla de esa llama. Quien ama y es desdichado puede a veces calmar su pasión porque no sólo es criatura, sino al mismo tiempo creador de su angustia; si un amante no puede controlar su pasión, sufre al menos por su propia culpa. Sin embargo, no tiene salvación quien es amado sin sentir amor, porque la medida y los límites de esa pasión ya no están en él, sino más allá de sus fuerzas, y si otro le quiere a uno queda muerta cualquier voluntad.
Stefan Zweig
La piedad peligrosa

martes, 28 de octubre de 2008

Zweig y Nothomb

Hace unos días leí La piedad peligrosa de Zweig y hoy, Las catilinarias de Nothomb.
La casualidad en el orden de mis lecturas y en los envíos de la Biblioteca me ha hecho cambiar esta entrada.
Pensaba hacer lo habitual en mí que es dejar alguna cita de ambos libros, pero he hallado un gran paralelismo en el comportamiento de los personajes de estas obras. La misma Nothomb hace decir a uno de sus personajes: “¿Por qué no lees La Piedad peligrosa?”.
Porque es la piedad la que también mueve a los personajes de Nothomb, pero de una forma mucho más aterradora.

martes, 14 de octubre de 2008

Hombres y barcos

Sin embargo los hombres, como los barcos, tienen una debilidad; y como dice Marlow en Lord Jim, nadie está libre de ella: “De la debilidad desconocida, pero quizá sospechada -del mismo modo que, en algunas regiones del mundo, sospechas que hay una serpiente venenosa en cada arbusto_, de la debilidad que pueda hallarse oculta, observada o no, temida o despreciada con valentía, reprimida o quizás ignorada durante más de la mitad de la vida, ninguno de nosotros está a salvo”, Jim, que saltó por la borda y abandonó el barco, era “uno de nosotros”. Si Marlow le hubiese confiado la cubierta, no la habría tenido a salvo. Muchos otros personajes de Conrad “saltan” también, o se caen, o bucean, o simplemente sus ordenadas vidas se desintegran a menudo por un acto impulsivo de deserción o de traición -Almayer, en La locura de Almayer, Willens en Un paria de las islas, Kurtz en El corazón de las tinieblas, el capitán Whalley en Con la soga al cuello, Nostromo y Decoud en Nostromo, Leggatt en El copartícipe secreto, Razumov en Bajo la mirada de occidente, Heyst en Victoria-, pero al hacerlo entran en el universo moral. Sus actos irrevocables, que hacen que se descubran a sí mismos, les lanzan a un viaje de autoconocimiento, a un viaje en el que las verdades del corazón se vuelven transparentes. Saltan por la borda, por así decir, pero se vuelven significativos, náufragos en el abismo de sí mismos.

Un poema de Pablo Neruda plasma este sentimiento de Conrad:
Como un naufragio hacia adentro nos morimos,
como ahogarnos en el corazón,
como irnos cayendo desde la piel al alma.

Y también un poema de Juan Ramón Jiménez:
¡Siento que el barco mío
ha tropezado, allá en el fondo,
con algo grande!
¡Y nada
sucede! Nada… Quietud… Olas…
¿Nada sucede, o es que ha sucedido todo,
y estamos ya, tranquilos, en lo nuevo?

Jules Cashford
Joseph Conrad: homo duplex

viernes, 19 de septiembre de 2008

Secundarios

Te lo digo siempre: no le prestas suficiente atención a los secundarios. Una novela tiene que parecerse a una calle llena de desconocidos por la que pasan no más de dos o tres personajes a los que se conoce a fondo. Mira a Proust y algunos otros que han sabido sacarle partido a los secundarios. Los utilizan para humillar, para empequeñecer a sus protagonistas. Nada más saludable en una novela que esa lección de humildad dada a los héroes. Recuerda Guerra y paz: las campesinas que cruzan la carretera riendo ante la carroza del príncipe André lo verán hablar primero para ellas, para sus oídos, y de pronto la visión del lector se eleva: ya no hay un solo rostro, una sola alma. Descubre la multiplicidad de los moldes.
Irène Némirovsky
Suite francesa

sábado, 6 de septiembre de 2008

El deseo

El deseo trabaja como el viento. Sin esfuerzo aparente. Si encuentra las velas extendidas nos arrastrará a velocidad de vértigo. Si las puertas y contraventanas están cerradas, golpeará durante un rato en busca de las grietas o ranuras que le permitan filtrarse. El deseo asociado a un objeto de deseo nos condena a él. Pero hay otra forma de deseo, abstracta, desconcertante, que nos envuelve como un estado de ánimo. Anuncia que estamos listos para el deseo y sólo nos queda esperar, desplegadas las velas, que sople su viento. Es el deseo de desear.
David Trueba
Saber perder

I mentre continuava



I mentre continuava la feina, es va adonar que tenia al cap la balada del Rei dels verns de Schubert. No era la música ideal per a aquella tasca. Habitualment la Pannonique es programava al cervell unes quantes simfonies que li donaven l’energia indispensable per a un treball tan físic --Saint-Saëns, Dvorak-- però ara, aquell lied lacerant se li enganxava al crani i li minava les forces.
Amélie Nothomb
Àcid sulfúric

Picnic

Cuando las dos mujeres de blanco bajaron a la playa solitaria: Ella tiró la caja de pintura y Ella tiró su bloc de notas. Se sentaron en la arena. La marea estaba baja. Ante ellas, las rocas llenas de hierbas parecían un rebaño de animales lanudos amontonados para beber de una charca, quietas allí con una especie de estupor.
Entonces Ella se acercó y metió las piernas en la charca pensando en el color de la carne bajo el agua. Y Ella se arrastró hacia una cueva oscura y allí se sentó pensando en su infancia.
Luego regresaron a la playa y se echaron boca abajo escondiendo la cabeza entre los brazos. Parecían dos cisnes.
Katherine Mansfield
Diario

jueves, 7 de agosto de 2008

Anécdotas

Les contó las anécdotas del volante mexicano que había quemado el coche al llevarlo en primera durante cuarenta kilómetros convencido de que era automático; la del interior derecha de Mendoza que jugaba en segunda división en las Canarias y había engordado tanto que la afición le cantaba ponte a dieta con la música de “Guantanamera”; la del arquero suplente de su equipo que comía pipas con los guantes puestos a una velocidad de vértigo; la del compañero al que le olían tanto los pies que le escondían las zapatillas en la basura; la del polaco Wlasavsky, al que todos llamaban Blas, y su colección de Rolex de oro; la de la mujer del entrenador de porteros que se emborrachaba en el bar del palco; la del árbitro homosexual que llamaba a ciertos jugadores antes de pitarles un partido para decirles que era muy admirador de ellos e invitarlos a cenar; la del defensa central paraguayo de un equipo extremeño que cuando le preguntaron por un personaje público admirable contestó Bin Laden y lo tuvieron sancionado tres partidos hasta que pidió perdón; la del entrenador de un equipo, un brasileño, que se había empeñado en hacer jugar al capitán de su equipo con radiotransmisor en la oreja y a mitad se le había colado la interferencia de la retransmisión de un locutor y el pobre tipo se volvía loco.
David Trueba
Saber perder

martes, 5 de agosto de 2008

Amor



La única obsesión que todo el mundo desea: “amor”. ¿La gente cree que al enamorarse se completa? ¿La unión platónica de las almas? Yo no lo creo así. Creo que estás completo antes de empezar. Y el amor te fractura. Estás completo, y luego estás partido. Ella era un cuerpo extraño introducido en tu totalidad. Y durante año y medio te esforzaste por asimilarlo. Pero nunca estarás completo hasta que lo expelas. O te libras de él o lo incorporas mediante la distorsión de ti mismo.
Philip Roth
El animal moribundo

lunes, 21 de julio de 2008

Renée

¿Y qué más?
¿No tienen bastante con que todos los días que el buen Dios ha hecho, limpie el barro que cae de sus zapatos de ricos, que aspire el polvo de sus deambulaciones de ricos, que escuche sus conversaciones y sus problemas de ricos; que alimente sus perritos, sus gatitos, que riegue sus plantas, que limpie las narices de sus niños, que reciba sus aguinaldos y es entonces en el único momento en que no juegan más a ser ricos; que huela sus perfumes, que abra la puerta a sus conocidos, que distribuya su correo, lleno de extractos de banco de sus cuentas de ricos, con sus rentas de ricos y sus descubiertos de ricos; que me fuerce para responder a sus sonrisas, que viva, en fin, en un inmueble de ricos; yo, la portera, la menos que nada, la cosa detrás de la vitrina, a la que se saluda rápidamente para tenerla en paz, porque es molesto ver esa cosa vieja acurrucada en su reducto sombrío, sin lámparas de cristal, sin zapatos de charol, sin abrigo de pelo de camello; molesto, pero al mismo tiempo es tranquilizador, como una encarnación de la diferencia social que justifica la superioridad de su clase, como un reflejo que exalta su munificencia, como un valedor que realza su elegancia -no, no tienen bastante, porque aparte de llevar día tras día, hora tras hora, minuto tras minuto y, lo que es peor, año tras año, esta existencia de reclusa indecorosa, encima tendría que comprender sus penas de ricos?
Si quieren noticias del Maaaaestro, que vayan a llamar a su puerta.
Muriel Barbery
Una golosina

lunes, 7 de julio de 2008

Venus de Giorgione

La joventut, que de pressa es podreix…
I ha de durar dins dels fràgils colors
més que l’or que la compra i la despulla,
molt més que les espases i els palaus.


Però ella no ho sap, no veu la llum
que salvarà el seu cos, el foc d’un somni
que no s’apagarà.
……………………..No sap que és Venus,
la Venus que veuran, enamorats, els segles.


Avui encara és una dona
i dorm amb les carícies
d’un home que l’adora i la vol immortal.
Pere Rovira

lunes, 23 de junio de 2008

Yefim Bronfman



Tiene un torso macizo, es una fuerza de la naturaleza camuflada en una sudadera, alguien que ha entrado en el Cobertizo Musical al salir de un circo donde es el forzudo y que se sienta ante el piano como si fuese un desafío ridículo a la fuerza gargantuesca con la que se recrea. Yefim Bronfman no parece tanto la persona que va a tocar el piano como el operario de mudanzas que va a llevárselo. Yo nunca había visto a nadie tocar el piano como lo hace este judío ruso sin afeitar, bajo y robusto, como un tonel. Cuando terminó pensé que deberían tirar el piano, pues lo machaca, no le permite ocultar nada. Todo lo que contiene el instrumento sale afuera, y sale con las manos en alto. Y cuando lo ha hecho, cuando todo ha salido, hasta la última pulsación, el pianista se levanta y se va, dejando detrás nuestra redención. Tras un garboso ademán, se marcha de repente, y aunque se lleva consigo todo su fuego, una fuerza no inferior a la de Prometeo, ahora nuestras vidas parecen inextinguibles.
Philip Roth
La mancha humana

domingo, 15 de junio de 2008

Jane y Paul

“Ciertamente todos somos distintos con diferentes personas y cambiamos según el lugar y las circunstancias. Pero en el caso de Paul y Jane la diferencia era extremada. A las personas que les conocieron les impresionaron los aspectos concretos de su compleja personalidad y reaccionaron intensamente. Y Paul y Jane reaccionaban a su vez a la reacción de los otros, intensificándola.
Ellos, sin embargo, no se consideraban paradójicos, o, mejor dicho, comprendían y necesitaban las paradojas del otro. Si ella se quejaba, por ejemplo, de que él la entristecía, también era cierto que a veces necesitaba la tristeza de él para mantener la propia a raya. Si en determinado momento él era osado y ella timorata, en otro era exactamente a la inversa y la intrépida era ella.”

“Llevaban casados muchísimo tiempo pero seguían disfrutando de su mutua compañía. Era asombroso y conmovedor oírles hablar y reír en la habitación contigua como si acabaran de conocerse y estuvieran desplegando toda su inteligencia y simpatía para cautivar al otro.”
Millicent Dillon
Jane Bowles

jueves, 12 de junio de 2008

Cinco fragmentos

Al describir la debilidad de un personaje era inevitable exponer la suya propia; el lector no podía no conjeturar que estaba describiéndose a sí misma. ¿Qué otra autoridad podía tener ella? Sólo cuando un relato estaba terminado, todos los destinos resueltos y toda la trama cerrada de cabo a rabo, de suerte que se asemejaba, al menos en este aspecto, a todos los demás relatos acabados que había en el mundo, podía sentirse inmune y en condiciones de agujerear los márgenes, atar los capítulos con un bramante, pintar o dibujar la cubierta e ir a enseñar la obra concluida a su madre o a su padre, cuando estaba en casa.
*****
Un relato era simple y directo, no permitía que nada se interpusiese entre ella y el lector: no había intermediarios, con sus ambiciones privadas o su incompetencia, no había presiones de tiempo ni recursos limitados. En un relato sólo había que desear, bastaba con escribirlo y tenías el mundo; en una obra de teatro debías apañártelas con lo disponible: no había caballos, ni calles de un pueblo, ni costa. No había telón. Parecía evidentísimo ahora que era demasiado tarde: un relato era una forma de telepatía. Mediante el proceso de trazar símbolos de tinta en una página, enviaba ideas y sentimientos desde su mente a la del lector. Era un proceso mágico, tan ordinario que nadie se detenía a pensarlo. Leer una frase y entenderla era lo mismo; como en el caso de doblar un dedo, nada mediaba entre las dos cosas. No había una pausa durante la cual los símbolos se desenredaban. Veías la palabra castillo y allí estaba, a lo lejos, con bosques que se extienden ante él en pleno verano, con el aire azulado y suave del humo que asciende de la forja de un herrero y un camino empedrado que serpentea hacia la verde sombra…
*****
Podía escribir la historia tres veces seguidas, desde tres puntos de vista; lo que la emocionaba era la perspectiva de libertad, de verse exonerada de la lucha engorrosa entre el bien y el mal, los héroes y los villanos. Ninguna de las tres versiones era mala ni tampoco especialmente buena. No necesitaba enjuiciar. No tenía que haber una moraleja. Solo había que mostrar mentes separadas, tan vivas como la suya, luchando contra la idea de que otras mentes estaban igualmente vivas. No era solo la maldad y las intrigas las que hacían infeliz a la gente, sino la confusión y la incomprensión; ante todo, era la incapacidad de comprender la sencilla verdad de que las demás personas son tan reales como uno. Y sólo en un relato se podía penetrar en esas mentes distintas y mostrar que valían lo mismo. Era la única enseñanza que debía haber en una historia.
Seis decenios más tarde contaría que a la edad de trece años había recorrido en sus escritos una historia completa de la literatura, empezando con relatos derivados de la tradición europea de los cuentos populares y siguiendo por el teatro de simple intención moral, hasta llegar a un realismo psicológico imparcial que había descubierto por sí misma una mañana especial, durante la ola de calor de 1935.
*****
Creía saber describir bastante bien las acciones, y poseía el tranquillo del diálogo. Podía hablar de los bosques en invierno, y del siniestro muro de un castillo. ¿Pero cómo hablar de sentimientos? Estaba muy bien escribir Se sintió triste, o describir lo que hacía una persona triste, pero ¿cómo se describía la tristeza misma, cómo se pintaba de tal manera que se sintiese su cercanía enervante?
*****
La era de las respuestas claras había acabado. Al igual que la época de los personajes y las tramas. A pesar de sus bosquejos del diario, ya no creía realmente en los personajes. Eran recursos singulares que pertenecían al siglo XIX. El concepto mismo de personaje se basaba en errores que la psicología moderna había dejado al descubierto. Las tramas eran asimismo una maquinaría herrumbrosa cuyas ruedas ya no giraban. Un novelista moderno no podía crear personajes y tramas del mismo modo que un compositor moderno tampoco podía componer una sinfonía de Mozart. Lo que a ella le interesaba era el pensamiento, la percepción, las sensaciones, la mente consciente como un río a través del tiempo, y el modo de representar el flujo de su avance, así como todos los afluentes que lo engrosaban y los obstáculos que podían desviarlo. Ojalá lograse reproducir la luz clara de una mañana de verano, las sensaciones de un niño delante de una ventana, la curva y el descenso del vuelo de una golondrina sobre una charca. La novela del futuro sería distinta a todo lo que se había escrito en el pasado. Había leído tres veces Las olas, de Virginia Woolf, y pensaba que se estaba operando una gran transformación en la propia naturaleza, y que sólo la ficción, una nueva clase de ficción, podía capturar la esencia del cambio. Penetrar en una mente y mostrarla en acción, o siendo accionada, y hacerlo con un designio simétrico, constituía un triunfo artístico.
Ian McEwan
Expiación

lunes, 9 de junio de 2008

Según cierto filósofo

Según cierto filósofo llamado Heráclito, nada es constante, todo muta y no nos bañaremos 2 veces en las mismas aguas de este río que, en una imagen clásica, viene a ser la vida. En este sentido, es muy curiosa e ingenua la teoría hinduista de la reencarnación, ya que, en efecto, todo muta y a cada segundo morimos y nos reencarnamos, morimos y nos reencarnamos, etcétera. [Aparte, hay algo que aún no se entiende: la cuerda, el hilo, gracias a Ariadna, fue lo primero que conocimos como método eficaz para comunicarnos a distancia. Tardamos siglos en desprendernos de él hasta formalizar eficazmente las comunicaciones inalámbricas en antenas, códigos electromagnéticos y satélites inmediatos. Ahora están excavando las calles de todas las ciudades a fin de cablearlas [fibra óptica o equivalentes], y esta vuelta al origen, al hilo de Ariadna, no es sólo simbólica pues constantemente hay que detener las excavaciones al encontrarse restos de conductos antiguos, alcantarillados griegos, calzadas romanas: primigenios cableados. Esto, en cierto modo, sí que constituye una auténtica reencarnación hinduista, pero de lo inorgánico.] [Aunque ya digo, aún no se entiende.]
Agustín Fernández Mallo
Nocilla Experience

sábado, 31 de mayo de 2008

Sonríe



No se puede rehacer la realidad. Tómala como viene. No cedas terreno y tómala como viene.
Philip Roth
Elegía

lunes, 26 de mayo de 2008

La casa de Píndar

Podem en la memòria,
com el darrer cop d’una destral al tronc d’un arbre,
convertir tots els records en un temps
que ja no reconeixerem mai més
com a nostre.


Però cal salvar-ne sempre alguna cosa:
la llum d’un vespre, el gest d’una carícia,
la calor brillant després d’un bes
als llavis.
…………..Com Alexandre amb Tebes:
va enderrocar pedra a pedra la ciutat hostil,
però hi deixà en peu
la casa de Píndar.
Manuel Forcano

jueves, 15 de mayo de 2008

Borges y el tango



“Creo que Lugones tenía razón cuando llamó al tango “reptil de lupanar”. La verdad es que hay una confusión creada por el anverso y el reverso de la palabra tango. A mí me gustan mucho, y a Lugones le gustaban también, los que llevan el nombre de “tango-milonga”.
El “tango-canción” y el “tango-sentimental” corresponden a la decadencia del género.
Yo he escrito unas cuantas milongas y en ellas procuré rescatar el tono valeroso y feliz de las coplas de barrio, como en la “Milonga de Manuel Flores”, donde un condenado a muerte canta en la víspera de su ejecución:

Y sin embargo me duele..
decirle adiós a la vida,….
esa cosa tan de siempre,
tan dulce y tan conocida.

No sé lo que puede valer la letra, pero la música es buena porque es de Troilo.”
Borges
(Os dejo este enlace.)

martes, 13 de mayo de 2008

Dos citas

“El sabio afirma que el amor es una de las manifestaciones de la locura, un ataque de nervios agudo que se supera con el tiempo; la literatura de cada época da un sentido distinto a esta pasión, la ennoblece, la califica como la manifestación emocional más sublime o la más depravada del ser humano.”

“En ocasiones excepcionales a veces la gente, embargada por el phatos de una situación, revela en una arranque de sincera confidencia sus ideas más secretas ante desconocidos, y al día siguiente disimula -malhumorada y mostrando una reserva exagerada- el sentimiento de culpa que la martiriza a causa de su franqueza.”
Sándor Márai
La hermana

martes, 6 de mayo de 2008

Decir no

Decir no
decir no
atarme al mástil
pero
deseando que el viento lo voltee
que la sirena suba y con los dientes
corte las cuerdas y me arrastre al fondo
diciendo no no no
pero siguiéndola.
Idea Vilariño

lunes, 5 de mayo de 2008

Aquests dies

“Aquests dies en què s’enfonsen a l’altar de la nostra natura profunda totes les creences romàntiques, polítiques, intel·lectuals, metafísiques i morals que anys d’instrucció i d’educació van tractar d’imprimir en nosaltres, la societat, camp territorial travessat per grans ones jeràrquiques, s’afona en el no-res del Sentit. Mutis els rics i els pobres, els pensadors, els investigadors, els responsables, els esclaus, els bons i els dolents, els creatius i els conscienciosos, els sindicalistes i els individualistes, els progressistes i els conservadors; ja no són més que homínids primitius les ganyotes i somriures, conductes i guarniments, llenguatge i codis dels quals, inscrits sobre el mapa genètic del primat mitjà, no signifiquen més que això: conservar el seu lloc o morir.

Aquests dies necessiteu desesperadament l’Art. Aspireu ardentment a restablir la vostra il·lusió espiritual, desitgeu apassionadament que alguna cosa us salvi dels destins biològics perquè tota la poesia i tota la grandesa no es vegin eliminades d’aquest món.”
Muriel Barbery
L’elegància de l’eriçó

Vida de poeta

No olvidaré nunca aquella visita a Ronda. Fui, de adolescente, con mis padres y hermanos, en uno de esos viajes familiares, tan habituales de la década de los sesenta. Eran años en los que el país empezaba a prosperar económicamente y las familias de clase media, como la mía, se compraban modestos automóviles y se lanzaban a un tímido turismo por tierras de Portugal y España. No olvidaré la visita a Ronda, donde vivía un tío lejano que era familia de mi madre. Se trataba de un hombre enjuto y reflexivo, viejo republicano, profesor de un instituto de la ciudad, un hombre con un discurso pavorosamente anticuado, muy acartonado. La familia decía que llevaba vida de poeta. Parecía obsesionado por la poesía de Rilke, y mis padres y hermanos le escuchaban con extrañeza. A nosotros no nos interesaba la poesía, salíamos de una difícil lucha por la supervivencia pura y dura y no estábamos para florituras ni locuras. El poeta, con su aire añejo y su discurso arcaico, no parecía darse cuenta de todo esto y nos hablaba y hablaba de Rilke, que había pasado en Ronda una larga temporada inspirándose todas las tardes en el Puente Nuevo, mirando siempre desde allí al impresionante precipicio que los rondeños llaman el tajo.

Al atardecer me separé levemente del grupo familiar y me quedé un rato asomado al asombroso promontorio que da sobre el vacío en el centro de Ronda y a cuyos pies se extiende el valle cerrado por la serranía. El poeta no tardó en acercarse y me preguntó si me gustaba aquella vista tan imponente. Le dije, con mis palabras de adolescente, que mi mirada se sentía exclusivamente atraída hacia aquella pavorosa caída de cien metros, hacia el soberbio precipicio. Entonces el hombre, imprimiéndole a su voz una súbita grandeza, me susurró estas palabras al oído, como quien transmite un secreto heredado de generación en generación y afortunadamente preservado:
.
-Las obras de arte, escasas, dan contenido intelectual al vacío.
.
Su frase no la he olvidado. Sonó como una prolongación de su discurso vagamente trasnochado, pero me abrió los ojos y siempre he pensado que me salvó la vida.
Enrique Vila-Matas
Exploradores del abismo

jueves, 1 de mayo de 2008

Vidas cruzadas

La elegancia del erizo
Muriel Barbery
Traducción de Isabel González-Gallarza
Editorial Seix Barral.
364 Páginas.
.
Que nadie se asuste por la cantidad de premios con que viene avalada la segunda novela (la primera fue La golosina, en el 2000, y se tradujo a doce idiomas) de Muriel Barbery (Bayeux, 1969), ni por la elefantiásica cifra de ventas en Francia, ni por la inminente adaptación cinematográfica. No se trata de una operación de marketing comercial ni de un gato vestido de liebre. La elegancia del erizo es una magnífica novela, original, tensa y honesta, que cuenta además una historia cargada de sentido, con personajes poco comunes y muy bien trabajados.

El argumento se estructura a partir de un esquema muy simple: tres vidas que se cruzan y, al cruzarse, cambian por completo lo que el destino aparentemente les deparaba. La portera de una finca regia de París, Renée, quien intenta siempre disimular sus abrumadoras cultura y sensibilidad, pues obviamente no son adecuadas a su categoría y condición. Paloma, una niña de doce años, vecina del inmueble, de una inteligencia apabullante, quien ha decidido que acabará con su vida cuando cumpla los trece, después de prender fuego a su casa. Y finalmente Kakuro, el tercer elemento del triángulo, un encantador señor japonés que llega como nuevo habitante del edificio.

La novela se vertebra combinando las reflexiones de Renée y de Paloma, razón por la cual vivimos los hechos desde dos puntos de vista distintos pero complementarios –a veces, si alguna crítica podría hacerse a la obra, es que ambas voces llegan a acercarse demasiado-. Nada es solamente lo que parece, la comunicación es un acto que cambia la vida, siempre estamos a tiempo de todo. Podrían ser tres de las conclusiones a las que nos conduce el texto de Barbery.
El humor, la ternura y la búsqueda feroz de una siempre amarga lucidez hacen de la lectura de La elegancia de erizo una auténtica fiesta.
Flavia Company

Tati

Le llamaban así porque no paraba y su hermana pequeña transformó el “estate quieto” que repetía continuamente su madre en “tatiquieto”.
Asistía a pocas clases, pero las mías no se las perdía porque le gustaban las historias. Y, por aquel entonces, yo dedicaba unos minutos al final de cada clase a explicar brevemente la trama de algún libro y justo cortaba en el momento en que se volvía más interesante.
A veces me alcanzaba en los pasillos y con aquellos ojos negros e inmensos me acorralaba “¿Cómo acaba, señu?” Y yo cedía.
Le gustaba especialmente aquella leyenda de Bécquer en la que el brazo de una estatua despedaza la cabeza de un oficial francés que importuna a una dama. Así que se la conté más de una vez.

No sé qué debió hacer, pero la goma de butano con la que su padre le marcó la espalda nada tenía que ver ni con sus calificaciones ni con los avisos que desde el Centro enviábamos a sus padres. En el barrio la escuela y lo que se hacía en ella importaban poco.
No denuncié. Cité a su padre en tono amenazante. No vino. Telefoneé varias veces en tono más amenazante aún, pero sólo encontraba la voz asustadiza de una mujer que a todo me decía que sí.
A partir de entonces, cuando tenía guardia de patio y lo miraba jugar a fútbol, Tati se levantaba la camiseta y me gritaba “¡Mira, señu, mira!”.
No había marcas. Y yo me sentía feliz, muy feliz.

Hace unas semanas fui a realizar unas gestiones a una ONG y allí estaba Tati, ¡DE MONITOR!, le di dos besos y él me resumió, mejor de lo que yo hubiera contado cualquier historia, lo que había hecho en aquellos años.
Cuando me marchaba me gritó “¿Cómo acaba, señu?” Me giré, nuestras sonrisas se cruzaron y pensé que si Tati estaba allí, fuera del barrio, mis compañeros y yo no lo habíamos hecho tan mal en aquella escuela.

sábado, 26 de abril de 2008

Mi niña Lola



Me sigue emocionando como la primera vez que la oí.

Arco y tensión

Para Álvaro Mutis
Cuando muera seré japonés
tendré vestido de vidrio, aura
de satori, entraré rey
en mí, cumpliré
diáfano los
diez mil años del hombre.

Cerrado de una vez el círculo
traslúcido, ortigas
y violetas harán la urdimbre
del sosiego, gaviotas
vía Osaka, párpados
al cuidado de Dios si hay Dios

y una grande mariposa amarilla.
Gonzalo Rojas

martes, 1 de abril de 2008

El soneto

Cuando se dice que un soneto es escultórico, se suele olvidar que una escultura es bella en cuanto es trasunto de lo humano. Es decir, que una escultura no será menos bella ni menos escultórica ni arquitectónica porque tenga un lunar o un ojo, el pecho, el hombro diferentes, “defectuosos”, que tuvo o tiene el modelo humano. Perfecto es completo y un defecto cualquiera da el complemento, la perfección.

Goethe dijo que la música es el lenguaje poético más perfecto porque es el más universal y que toda otra expresión artística es buena en cuanto más se acerque a la música. Leonardo, Rafael, Mozart, Marllarmé, por ej., tan perfectos, tan completos, lo son particularmente por ser melodiosos, musicales, delicados, distantes, esfumados a veces, encantadores, y están más cerca por eso del lenguaje universal del que habló Goethe con tanto acierto.
.
Que una obra sea esfumada y distante no quiere decir que no sea perfecta, completa. Es lo impreciso preciso de Verlaine, la fórmula más difícil y más bella de arte que conozco. No será la obra bella así como esos seres cargantes que redondean su aislamiento estúpido, sino como los encantadores que se abren y se pierden indeciblemente en el todo ambiente, y que son tan completos como él.
Juan Ramón Jiménez

viernes, 28 de marzo de 2008

Aquarela



E o futuro é uma astronave que tentamos pilotar.
Não tem tempo nem piedade, nem tem hora de chegar.
Sem pedir licença muda nossa vida e depois convida a rir ou chorar.

martes, 18 de marzo de 2008

Tras la barra

Tras la barra el espejo te devuelve
movimientos confusos, gestos claros,
la impunidad de un cuerpo que se sabe
hermosamente obsceno, deseable.
Inclinas la botella sobre el vaso,
sonríes por oficio, ocultas la desgana
y sin saber si arriesgas mucho o nada
decides formar parte de la farsa
y el cansancio y el sí se asoman a tus labios
mientras la noche turbia se derrama.

viernes, 14 de marzo de 2008

Maquillaje

Yo os quiero confesar, don Juan, primero,

que aquel blanco y color de doña Elvira

no tiene de ella más, si bien se mira,

que el haberle costado su dinero.


Pero tras eso, confesaros quiero

que es tanta la beldad de su mentira

que en vano a competir con ella aspira

belleza igual de rostro verdadero.


Mas... ¿qué mucho que yo perdido ande

por un engaño tal, pues que sabemos

que nos engaña así Naturaleza?


Porque ese cielo azul que todos vemos

ni es cielo ni es azul:¡Lástima grande

que no sea verdad tanta belleza!
Argensola

lunes, 10 de marzo de 2008

Danser encore



Avant d'être dans le noir, je veux garder l'espoir et danser encore.

miércoles, 5 de marzo de 2008

lunes, 3 de marzo de 2008

El perseguidor

El artista persigue algo, generalmente desde niño, y no sabe por qué, ni qué es lo que persigue. Cuando Julio Córtazar hace un relato interno del seísmo que mueve los cimientos de un hombre y que lo convierte en artista, piensa en el fiero y dulce Charlie Parker -a quien llamaban Bird- y lo nombra El perseguidor. Todo artista persigue, sin reposo, sin fin, sin encontrar. ¿Persigue qué? No la fama, el bienestar, su estatua: el artista ni se acuerda de eso. Ni siquiera persigue formas, obras: es asombroso comprobar cómo olvida el artista cualquier obra ya concluida y corre tras de otra. Es que para él sus obras no son otra cosa que un medio, nunca un fin. Las obras son como escalones por donde el perpetuo perseguidor sube -o baja- en busca de algo que se escapa siempre.
Félix Grande

jueves, 28 de febrero de 2008

Esto era el mar

Esto era el mar
tener que subir a gatas por la orilla
reprimir la náusea cuando
faltaban las mareas
despejar de besos
los besos que nunca fueron para mí
y ahora me llegan
en un oleaje de siempre.
Carmen Moreno

viernes, 22 de febrero de 2008

Después de todo

Tienes razón: sin duda
esto era el mar y nos mecía
entre una orilla y otra, removía
las sábanas, marcaba con espuma
los gritos de partida o de llegada,
aventaba a cubierta peces muertos.


Tienes razón. Pero en el puerto
nos esperaba el hambre de las ratas.
Aurelio Asiaín

La palabra por la palabra

Muchos escritores basan su obra en la palabra por la palabra misma: es decir la escritura. La moda es esa: escribir por escribir; importa poco la historia que cuenta el personaje, solamente la forma. En la actualidad hay muchos estudios sobre semántica, estructuralismo y lo que es peor, el laconismo, que nos ha hundido al querer estudiar la palabra como símbolo absoluto. Hoy lo vemos en la novela objetivista francesa que son los iniciadores de la moda. Creo que esto anuló lo humano y lamentablemente existen muchos imitadores en todo el mundo.
Juan Rulfo

martes, 12 de febrero de 2008

En el barrio bajo

En el barrio bajo de otra ciudad, al que Equis le gustaba visitar porque estaba lleno de farolillos chinos y de guirnaldas de colores, para atraer a los marineros de los barcos holandeses y filipinos que estacionaban allí, Equis conoció una vez a un hombre gordo y bonachón, con el labio inferior partido a raíz de una bala, que se había enamorado de una muchacha muy joven, soltera y madre de una niña negra.
El hombre era dueño de un pequeño bar que atendía él mismo, cuyas paredes estaban llenas de fotografías de caballos y de jockeys de otros tiempos, pues de joven había tenido gran afición por las carreras de caballos.
Antes de enamorarse, a las doce de la noche invitaba a irse a los últimos parroquianos, pero desde que la mujer entró, una tarde, al bar (se había sentado frente a una de las mesas redondas, de pie de hierro y superficie de mármol que estaba cerca de la ventana) y mirando a la pequeña, primero, de tersa piel oscura, y luego a él, que asombrado y diligente se acercó a servirla, pidió una Coca-Cola con dos vasos, por favor, el bar no cerraba: lo dejaba abierto toda la noche con la esperanza de que ella y la pequeña, cansadas y somnolientas, volvieran a aparecer.
(De todos modos, decía, tengo insomnio, y si ellas regresan, no me gustaría que encontraran el bar cerrado. No hay nada peor que una ciudad nocturna, llena de carteles luminosos brillando en el aire hostil de las casas y los bares cerrados.)
La mujer había vuelto, efectivamente, un par de veces, siempre acompañada por su hija negra, y él le había regalado bombones de fresa, una medalla de oro que llevaba desde niño colgada al cuello, todas las monedas antiguas que coleccionaba en una lata de café vacía, y un libro de cuentos. A la mujer no le regaló nada, porque temía ofenderla, pero conversaron sobre temas generales. (Así definió el hombre gordo la conversación y Equis creyó oportuno preguntarle, sin énfasis, en qué consistían los temas generales. El hombre gordo lo miró sin suspicacia y le contestó: la soledad, la vida, la muerte, el precio del aceite y de la gasolina, los colegios de enseñanza primaria y las enfermedades de los niños.)

Cuando Equis regresó a la ciudad, buscó el bar y lo encontró. Se sintió reconfortado: le hacía daño volver a una ciudad y descubrir que en su ausencia muchas cosas se habían modificado. Lo experimentaba como una oscura traición, como un agravio. Pero el bar seguía allí, en el mismo lugar, abierto todo el día (hay insomnios que no se curan) y el hombre gordo continuaba atendiendo a los clientes con cordialidad, pero a cierta distancia.
Lo reconoció, y Equis esperó un poco, antes de preguntarle por la mujer y por la niña. El dueño del bar carraspeó (dijo que había contraído un leve resfrío la noche anterior, que pasó en vela, detrás del mostrador, haciendo cuentas y limpiando botellas) y luego le contó que la muchacha venía, de vez en cuando, se sentaba frente a la mesa de siempre, pedía una Coca-Cola y dos vasos, se quedaba un rato y conversaban de temas generales. En la historia no había ningún progreso, pero el hombre y Equis coincidieron en que la esencia de algunas historias es precisamente ésa: no modificarse, permanecer, como reductos estables, como faros, como ciudadelas, frente al irresistible deterioro del tiempo.
Cristina Peri Rossi

lunes, 11 de febrero de 2008

Lo inesperado

Hoy la vida me ha hecho un regalo. Una mujer que creía lejana a mí ha regresado. Me envía esta canción. No hay palabras, sólo esta canción.

La quiero.
Tengo miedo.

miércoles, 6 de febrero de 2008

Razones

"Bien está en otros sostenerse.
Porque nadie soporta la vida solo."
F. Hölderlin

Y porque estamos solos empezamos un verso.

Porque sentimos frío acercamos las manos
al calor de unos seres imposibles y bellos
que nos prestan sus ojos para observar el mundo.

Porque tenemos miedo miramos otras muertes
y en nuestra oscuridad encendemos un sol
de mediodía, inmóvil, que no se irá al ocaso.

Huyendo del dolor fatigamos el cuerpo
por calles de ciudades que nunca son la nuestra
de la mano de gentes que habitan en nosotros.

Porque tenemos prisa inventamos finales.
Porque nos falta el tiempo inventamos más tiempo.

Porque somos tan pobres no nos pesa apostar
lo poco que nos queda a este número incierto.

Porque somos humanos miramos a los dioses.
Porque no somos dioses jugamos a crear.
Irene Sánchez Carrón

martes, 5 de febrero de 2008

Planta 2

En pocas horas me contó su vida. No le pregunté nada, pero ella habló y habló de su marido, de su hijo, de sus venas quemadas, de su miedo. Del dolor no me habló.
Al atardecer, se puso el abrigo sobre la bata, sacó del armario un paquete de cigarrillos y dijo que se iba a fumar donde las enfermeras, a ese trocito de jardín que hay junto al parking.
La hubiera acompañado, pero me tenían conectada al suero.

sábado, 2 de febrero de 2008

Es carnaval

Es carnaval y todo huele a color y a música. Una desconocida se acerca a mi tristeza. Hombro con hombro estamos y soy yo quien le cuenta.
Araño en el pasado. Me sorprende mi voz.
La fiesta continúa y no consigo escapar del recuerdo.
Es terrible el poder de las palabras.

jueves, 17 de enero de 2008

Querida Nélida

Flavia Company ha tenido la generosidad de dejar en la red y al alcance de todos algunas de sus obras publicadas. Los enlaces a esas obras están en su blog. Aquí.
Os dejo el comienzo de su primera novela Querida Nélida que aún no está en la red y que es imposible encontrar en librerías.

Barcelona, 21 de Noviembre de 1981
Querida Celia:
Aunque te ocultes bajo otro nombre, tras el buzón de otra casa, en una calle cualquiera de Barcelona, o de cualquier otro lugar del mundo… voy a encontrarte.
No vas a aterrorizarme o a enloquecerme haciéndome dudar de tu existencia. Sé que estás ahí, y que no quieres saber nada de mí y nada de nadie.
Es curioso notar que te distancias en el espacio y sentir que eso no significa nada. Tu huida de mí no es más que una forma de querer demostrarte que no existo, que jamás he existido en otro lugar que no sea tu imaginación. Pero el hecho mismo de la huida demuestra que existe aquello que no queremos.
¿Y cuándo querrás volver a verme? ¿Cuándo por fin te atreverás a escribirme, a revelarme que estás ahí, que no es sólo una fantasía mía -que yo sé que no es? ¿Cuándo por fin te decidirás a cruzar la fábula? ¿Cuándo volveremos a los juegos de palabras, a las cartas, a los viajes fantásticos que jamás han existido más que en una o dos habitaciones de esa Barcelona terrible?
¿Y cuándo por fin el sí a ese viaje increíble de ya no recuerdo cuántos países ni cuánto tiempo?
Quizá tampoco -quizás-, contestes a esta carta que cruza un océano de tiempo para descubrirte a solas, desnuda ante el espejo, con las manos tocándote el cabello… y las cosas rozándote de a poco las pupilas; algún arañazo, algún objeto tenía que poder.
Recuerdo aquel párrafo de uno de tus cuadernos:

“Todos tenemos, irremediablemente, un objeto que nos araña al pasar por nuestra vista, sin pasar; nos rasguña profundamente mientras sonreímos pensando que no es nada… Son objetos rodeados de una extraña inmortalidad en la imagen pura. Su forma se descubre en una infinidad de estructuras que son casi todo. A veces casi todo es ese objeto solamente.”

¿Lo recuerdas?
Tuya siempre
Nélida
Flavia Company

miércoles, 16 de enero de 2008

Lope y Bergamín

Un soneto me manda hacer Violante,
que en mi vida me he visto en tanto aprieto;
catorce versos dicen que es soneto;
burla burlando van los tres delante.


Yo pensé que no hallara consonante
y estoy a la mitad de otro cuarteto;
mas si me veo en el primer terceto,
no hay cosa en los cuartetos que me espante.


Por el primer terceto voy entrando
y parece que entré con pie derecho,
pues fin con este verso le voy dando.


Ya estoy en el segundo, y aun sospecho
que voy los trece versos acabando;
contad si son catorce, y está hecho.
Lope de Vega



Un soneto me pide que le haga,
ignorando las reglas del soneto,
otra nueva Violante, a quien, discreto,
pedirá mi soneto dulce paga.


Como en el eco de la voz se apaga
de la ripiosa consonancia el veto,
prisión será el soneto de un secreto
que ni su eco ni su voz propaga.


Secreto a voces que el silencio apura,
sonoramente, con el crepitante
temblor del verso como el de la llama.


Secreto que a sí mismo se asegura
por su sonoro son soneteante
cuando enmascara un corazón que ama.
José Bergamín

miércoles, 9 de enero de 2008

Con Lao-Zi

A Claudio
Aquellos pensamientos taoístas
no se quedan aislados, polvorientos.
Nos lanzan sugestiones, atracciones.
Contestamos con voz de simpatía.

“Hombre de superior virtud no tiene
virtud.” En apariencia. “La posee.”
¿Paradojas? Hay muchas.
“Palabras verdaderas parecen paradojas.”

“¿Qué es más digno de estima,
la fama o la persona?” Lo auténtico se busca.
“¿Qué será lo peor, ganar, perder?”
Por rutas de ambición se pierde el hombre.

Se quiere ser auténtico.

“Gran lujo en los ropajes, las espadas al cinto,
manjares y riquezas.” Llamadlos por sus nombres.
Son “jefes de bandidos”.
Una conciencia ahí: este Lao-Zi.

“Deseo no tener ningún deseo.”
“Poseo tres tesoros: el amor,
sobriedad, no atreverme a ser primero.”
¿Espectador? Desde la orilla actúa.

“Victoria en regocijos
es encontrar placer en matar hombres.”
Más, más aún.

“Si el pueblo teme sin cesar la muerte,
entonces alguien tiene tarea de matanza.”
Ya muy bien lo sabíamos, no hay duda.

¿Humor, sabiduría?
“Regir un gran Estado es algo así
como freír un pez, pequeño pez.”
“Todo es siempre difícil para el sabio.”

La verdad ante todo.
“Palabras agradables no son las verdaderas.
Palabras verdaderas no son las agradables.”
También:
“Hablar poco es conforme con la naturaleza.”
Valor en el idioma.
“Los nombres son principio de las cosas.”

Y al fin…

“Retirarse una vez realizada la obra.
He ahí, he ahí, el dao del cielo.”

Dao: la clave taoísta, el misterioso dao.
Jorge Guillén

domingo, 6 de enero de 2008

Juguetes

Desde que una noche, mientras dormías, tres magos de Oriente te dejaron unos juguetes en la oscuridad del salón, ya no te abandonó la secreta necesidad de seguir siendo engañado con tal de que te dejaran jugar el resto de tu vida. Te contaron que unos magos, después de ofrecerle oro, incienso y mirra a Dios, a ti, que no eras nadie, te regalaron un aro, una escopeta con tapón de corcho, un caballo de cartón y unos lápices de colores, marca Alpino. Aunque los juguetes hayan evolucionado desde aquel simple aro a la video-consola, la ficción es la misma. Antes del uso de razón nuestro cerebro fue inoculado con esta ecuación: la ingenuidad equivale a un sueño lleno de regalos. Pero un día en el recreo un niño resabiado te abrió los ojos a la verdad. Esa fue la primera gran caída, el verdadero pecado original y desde entonces uno se ha pasado la vida realizando esfuerzos sobrehumanos para recuperar la gracia de aquel engaño primitivo.
"Miénteme, dime que me quieres", le suplicó Joan Crawford a Sterling Hayden en la película Johnny Guitar.
Tendrás ese juguete mientras creas en la magia.
Miénteme,dime que cabalgando aquel caballo de cartón podré atravesar el horizonte.
Miénteme, dime que en algún lugar del mundo existe aquella bicicleta roja que de chaval me llevaba a la playa cuando todavía fingía creer en los reyes magos.
Miénteme, dime que con aquella primera pluma estilográfica, ya extraviada, aun podré escribir poemas y libros de viajes, llenos de aventuras.
Miénteme, dime que no ha desaparecido de aquel valle el huerto de manzanos donde había vestigios de un altar dedicado a la diosa Diana y que no acabarán nunca aquellos placeres que en la juventud nos hacían inmortales.
Miénteme, dime que, desafiando este tiempo sucio, no acabaré agachando la cerviz y tragando al final con todo, sonriendo a los poderosos imbéciles, dando la razón a los que me impidan soñar en ríos incontaminados, en fuentes limpias donde bailan las ninfas en verano bajo la acérrima potencia del sol.
Miénteme, dime que con aquella escopeta, que tenía un tapón de corcho, podré abatir todavía un ave del paraíso y llenar de colores tu destino con los lápices Alpino.
Miénteme, dime que me quieres.
Este es el último juguete de los magos.
Manuel Vicent
Publicado en El País.

jueves, 3 de enero de 2008

Mujer tras la ventana

No quiero ser enero y que la nieve caiga
sin que mi mano pueda conocer tu cintura.
Estás tras la ventana y llueve y la ciudad
es la foto gastada de aquella otra ciudad
donde besos y risas son parte del recuerdo.


La memoria embellece lo perdido, bien lo sé.

No quiero ser enero, pero es inevitable,
como es inevitable que tú seas
esa mujer que miro mirar tras la ventana
y que ella sea ardiente,
ardiente e imposible, como tú.


Mis ojos tienen sed, han naufragado en ti.

miércoles, 2 de enero de 2008

¡Ay!



Ay que me diga que sí
Ay que me diga que no
Como no la querío ninguna la quiero yo.

martes, 1 de enero de 2008

Un deseo para el 2008

Que la vida nos trate dignamente.
(Verso de García Montero.)