sábado, 31 de mayo de 2008

Sonríe



No se puede rehacer la realidad. Tómala como viene. No cedas terreno y tómala como viene.
Philip Roth
Elegía

lunes, 26 de mayo de 2008

La casa de Píndar

Podem en la memòria,
com el darrer cop d’una destral al tronc d’un arbre,
convertir tots els records en un temps
que ja no reconeixerem mai més
com a nostre.


Però cal salvar-ne sempre alguna cosa:
la llum d’un vespre, el gest d’una carícia,
la calor brillant després d’un bes
als llavis.
…………..Com Alexandre amb Tebes:
va enderrocar pedra a pedra la ciutat hostil,
però hi deixà en peu
la casa de Píndar.
Manuel Forcano

jueves, 15 de mayo de 2008

Borges y el tango



“Creo que Lugones tenía razón cuando llamó al tango “reptil de lupanar”. La verdad es que hay una confusión creada por el anverso y el reverso de la palabra tango. A mí me gustan mucho, y a Lugones le gustaban también, los que llevan el nombre de “tango-milonga”.
El “tango-canción” y el “tango-sentimental” corresponden a la decadencia del género.
Yo he escrito unas cuantas milongas y en ellas procuré rescatar el tono valeroso y feliz de las coplas de barrio, como en la “Milonga de Manuel Flores”, donde un condenado a muerte canta en la víspera de su ejecución:

Y sin embargo me duele..
decirle adiós a la vida,….
esa cosa tan de siempre,
tan dulce y tan conocida.

No sé lo que puede valer la letra, pero la música es buena porque es de Troilo.”
Borges
(Os dejo este enlace.)

martes, 13 de mayo de 2008

Dos citas

“El sabio afirma que el amor es una de las manifestaciones de la locura, un ataque de nervios agudo que se supera con el tiempo; la literatura de cada época da un sentido distinto a esta pasión, la ennoblece, la califica como la manifestación emocional más sublime o la más depravada del ser humano.”

“En ocasiones excepcionales a veces la gente, embargada por el phatos de una situación, revela en una arranque de sincera confidencia sus ideas más secretas ante desconocidos, y al día siguiente disimula -malhumorada y mostrando una reserva exagerada- el sentimiento de culpa que la martiriza a causa de su franqueza.”
Sándor Márai
La hermana

martes, 6 de mayo de 2008

Decir no

Decir no
decir no
atarme al mástil
pero
deseando que el viento lo voltee
que la sirena suba y con los dientes
corte las cuerdas y me arrastre al fondo
diciendo no no no
pero siguiéndola.
Idea Vilariño

lunes, 5 de mayo de 2008

Aquests dies

“Aquests dies en què s’enfonsen a l’altar de la nostra natura profunda totes les creences romàntiques, polítiques, intel·lectuals, metafísiques i morals que anys d’instrucció i d’educació van tractar d’imprimir en nosaltres, la societat, camp territorial travessat per grans ones jeràrquiques, s’afona en el no-res del Sentit. Mutis els rics i els pobres, els pensadors, els investigadors, els responsables, els esclaus, els bons i els dolents, els creatius i els conscienciosos, els sindicalistes i els individualistes, els progressistes i els conservadors; ja no són més que homínids primitius les ganyotes i somriures, conductes i guarniments, llenguatge i codis dels quals, inscrits sobre el mapa genètic del primat mitjà, no signifiquen més que això: conservar el seu lloc o morir.

Aquests dies necessiteu desesperadament l’Art. Aspireu ardentment a restablir la vostra il·lusió espiritual, desitgeu apassionadament que alguna cosa us salvi dels destins biològics perquè tota la poesia i tota la grandesa no es vegin eliminades d’aquest món.”
Muriel Barbery
L’elegància de l’eriçó

Vida de poeta

No olvidaré nunca aquella visita a Ronda. Fui, de adolescente, con mis padres y hermanos, en uno de esos viajes familiares, tan habituales de la década de los sesenta. Eran años en los que el país empezaba a prosperar económicamente y las familias de clase media, como la mía, se compraban modestos automóviles y se lanzaban a un tímido turismo por tierras de Portugal y España. No olvidaré la visita a Ronda, donde vivía un tío lejano que era familia de mi madre. Se trataba de un hombre enjuto y reflexivo, viejo republicano, profesor de un instituto de la ciudad, un hombre con un discurso pavorosamente anticuado, muy acartonado. La familia decía que llevaba vida de poeta. Parecía obsesionado por la poesía de Rilke, y mis padres y hermanos le escuchaban con extrañeza. A nosotros no nos interesaba la poesía, salíamos de una difícil lucha por la supervivencia pura y dura y no estábamos para florituras ni locuras. El poeta, con su aire añejo y su discurso arcaico, no parecía darse cuenta de todo esto y nos hablaba y hablaba de Rilke, que había pasado en Ronda una larga temporada inspirándose todas las tardes en el Puente Nuevo, mirando siempre desde allí al impresionante precipicio que los rondeños llaman el tajo.

Al atardecer me separé levemente del grupo familiar y me quedé un rato asomado al asombroso promontorio que da sobre el vacío en el centro de Ronda y a cuyos pies se extiende el valle cerrado por la serranía. El poeta no tardó en acercarse y me preguntó si me gustaba aquella vista tan imponente. Le dije, con mis palabras de adolescente, que mi mirada se sentía exclusivamente atraída hacia aquella pavorosa caída de cien metros, hacia el soberbio precipicio. Entonces el hombre, imprimiéndole a su voz una súbita grandeza, me susurró estas palabras al oído, como quien transmite un secreto heredado de generación en generación y afortunadamente preservado:
.
-Las obras de arte, escasas, dan contenido intelectual al vacío.
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Su frase no la he olvidado. Sonó como una prolongación de su discurso vagamente trasnochado, pero me abrió los ojos y siempre he pensado que me salvó la vida.
Enrique Vila-Matas
Exploradores del abismo

jueves, 1 de mayo de 2008

Vidas cruzadas

La elegancia del erizo
Muriel Barbery
Traducción de Isabel González-Gallarza
Editorial Seix Barral.
364 Páginas.
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Que nadie se asuste por la cantidad de premios con que viene avalada la segunda novela (la primera fue La golosina, en el 2000, y se tradujo a doce idiomas) de Muriel Barbery (Bayeux, 1969), ni por la elefantiásica cifra de ventas en Francia, ni por la inminente adaptación cinematográfica. No se trata de una operación de marketing comercial ni de un gato vestido de liebre. La elegancia del erizo es una magnífica novela, original, tensa y honesta, que cuenta además una historia cargada de sentido, con personajes poco comunes y muy bien trabajados.

El argumento se estructura a partir de un esquema muy simple: tres vidas que se cruzan y, al cruzarse, cambian por completo lo que el destino aparentemente les deparaba. La portera de una finca regia de París, Renée, quien intenta siempre disimular sus abrumadoras cultura y sensibilidad, pues obviamente no son adecuadas a su categoría y condición. Paloma, una niña de doce años, vecina del inmueble, de una inteligencia apabullante, quien ha decidido que acabará con su vida cuando cumpla los trece, después de prender fuego a su casa. Y finalmente Kakuro, el tercer elemento del triángulo, un encantador señor japonés que llega como nuevo habitante del edificio.

La novela se vertebra combinando las reflexiones de Renée y de Paloma, razón por la cual vivimos los hechos desde dos puntos de vista distintos pero complementarios –a veces, si alguna crítica podría hacerse a la obra, es que ambas voces llegan a acercarse demasiado-. Nada es solamente lo que parece, la comunicación es un acto que cambia la vida, siempre estamos a tiempo de todo. Podrían ser tres de las conclusiones a las que nos conduce el texto de Barbery.
El humor, la ternura y la búsqueda feroz de una siempre amarga lucidez hacen de la lectura de La elegancia de erizo una auténtica fiesta.
Flavia Company

Tati

Le llamaban así porque no paraba y su hermana pequeña transformó el “estate quieto” que repetía continuamente su madre en “tatiquieto”.
Asistía a pocas clases, pero las mías no se las perdía porque le gustaban las historias. Y, por aquel entonces, yo dedicaba unos minutos al final de cada clase a explicar brevemente la trama de algún libro y justo cortaba en el momento en que se volvía más interesante.
A veces me alcanzaba en los pasillos y con aquellos ojos negros e inmensos me acorralaba “¿Cómo acaba, señu?” Y yo cedía.
Le gustaba especialmente aquella leyenda de Bécquer en la que el brazo de una estatua despedaza la cabeza de un oficial francés que importuna a una dama. Así que se la conté más de una vez.

No sé qué debió hacer, pero la goma de butano con la que su padre le marcó la espalda nada tenía que ver ni con sus calificaciones ni con los avisos que desde el Centro enviábamos a sus padres. En el barrio la escuela y lo que se hacía en ella importaban poco.
No denuncié. Cité a su padre en tono amenazante. No vino. Telefoneé varias veces en tono más amenazante aún, pero sólo encontraba la voz asustadiza de una mujer que a todo me decía que sí.
A partir de entonces, cuando tenía guardia de patio y lo miraba jugar a fútbol, Tati se levantaba la camiseta y me gritaba “¡Mira, señu, mira!”.
No había marcas. Y yo me sentía feliz, muy feliz.

Hace unas semanas fui a realizar unas gestiones a una ONG y allí estaba Tati, ¡DE MONITOR!, le di dos besos y él me resumió, mejor de lo que yo hubiera contado cualquier historia, lo que había hecho en aquellos años.
Cuando me marchaba me gritó “¿Cómo acaba, señu?” Me giré, nuestras sonrisas se cruzaron y pensé que si Tati estaba allí, fuera del barrio, mis compañeros y yo no lo habíamos hecho tan mal en aquella escuela.