sábado, 28 de abril de 2007

Hoy, Júpiter

Con la misma actitud atenta y respetuosa que Le Philosophe lisant de Chardin muestra ante el libro, he leído el último, y esperadísimo por mí, libro de Luis Landero, pero también con el regocijo del reencuentro después de cinco años. Landero ocupa un lugar de honor en mi biblioteca y jamás me ha defraudado. ¡Gracias, Landero!
Y así como el lector de Chardin tiene a mano el cálamo para iniciar en los márgenes su diálogo con el libro, así yo tomé el lápiz para adentrarme en el universo de Landero y así lo hace Tomás frente a Chéjov en el fragmento de Hoy, Júpiter que transcribo.
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El libro que está leyendo Tomás es El tío Vania, de Chéjov. Ha terminado el primer acto y ahora vuelve atrás y comienza a leer de nuevo, esta vez muy despacio, las primeras líneas:
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Un jardín. Se ve una parte de la casa, con su terraza. En una avenida, bajo un viejo álamo, hay una mesa servida para el desayuno. Sillas, bancos. Sobre uno de los bancos, una guitarra. Un columpio. Son las dos de la tarde. Marina, una campesina vieja, de movimientos torpes, hace calceta junto al samovar. Cerca de ella, Astrov pasea arriba y abajo.
MARINA (sirviendo un vaso de té): Bebe, hijo.
ASTROV (tomando el vaso con desgana): No me apetece.
MARINA: ¿Prefieres un poco de vodka?
ASTROV: No. No todos los días tomo vodka. Además hace bochorno.
(Pausa)
Ama, ¿cuántos años hace que nos conocemos?

Abre una navajita, aguza a conciencia el lápiz, hace un montoncito de limaduras y virutas y vuelve a leer, dos, tres, cuatro veces, el mismo fragmento. ¿Qué os sugiere este texto? ¿Qué destacaríais vosotros en él?, le preguntará esta misma mañana a sus alumnos. O te preguntarán a ti dentro de dos o tres años, cuando presentes la tesis o hagas oposiciones a la universidad. Cuando quiera, señor Montejo, le estamos escuchando, y entonces tú tendrás que hablar con brillantez y a la vez con rigor. Así que se concentra en las frases que ya se sabe casi de memoria, achica los ojos, se acaricia con el dorso de un dedo los labios fruncidos y una a una va eliminando las palabras, convirtiendo el pensamiento verbal en imágenes, solamente en imágenes. Su mente es ahora un cuadro de figuras nítidas, exactas. Ve la mesa y el servicio de desayuno (en la tetera se refleja una rama del álamo y entre el temblor de hojas se distinguen trocitos pálidos de cielo), la guitarra, el columpio, la mujer que hace calceta -sus manos presurosas-, el hombre que pasea; siente el bochorno de las dos de la tarde y el sabor del té frío. Un buen rato se abisma con los ojos cerrados en la contemplación minuciosa, sensual, de la escena. Luego, enciende un cigarrillo y vuelve al libro.
El lápiz está tan afilado que salta una mínima esquirla de la punta al apoyarlo en el papel. Subraya las palabras “desayuno”, “guitarra”, “columpio” y “bochorno”. Hace una llamada y escribe al margen: “Guitarra que no suena, columpio que no se mueve, desayuno que nadie come, bochorno que anuncia una tormenta que aún tardará en llegar”. Y, tras un rato de meditación, añade: “Inmovilidad, impotencia, hastío. Los objetos quieren decirnos algo, están a punto de convertirse en signos”. Luego subraya “calceta” y “pasea arriba y abajo” y anota: “Los dos únicos movimientos transmiten la sensación de rutina y de tedio”, y de allí traza una línea cuya punta de flecha va a dar a la frase final: “¿Cuánto tiempo hace que nos conocemos?”. ¿Cómo diría esta frase un buen actor? Y escribe: “Como si dijera: ¿Cuánto tiempo hace que nos pudrimos aquí? ¿Cuántos años de nuestras vidas llevamos perdidos estúpidamente? ¿Qué sentido tiene nuestra existencia?”. Toma un lápiz rojo y hace una última llamada: “Qué pasa cuando no pasa nada: eso es lo que nos cuenta exactamente Chéjov”.

2 comentarios:

NáN dijo...

No conocía nada de Landero (he leído muy poco a mis compatriotas contemporáneos).
Es ¡magnífico!
En cuanto pueda voy a leerlo.
¿Me recomiendas que empiece por la última, o mejor por otra?

nunuaria dijo...

Para mí, el mejor es Juegos de la edad tardía.
También me gustó mucho Entre líneas: el cuento o la vida.
Bueno, de él me gustan todos, pero prefiero esos dos.
Un abrazo.